martes, diciembre 30, 2008

Dead Man Walking

Lo primero que hizo su anciana madre nada mas verle aparecer fue meterle una soberana torta, luego llegaron los abrazos, los besos sonoros en las mejillas, las caricias, los sobeteos en el pelo, la preparación de su plato favorito. Cada una de las cosas que se le podría hacer a un revivido, porque sin serlo, lo era. Dos dias antes el autobus de la empresa se había caido en un rio y sin saberse la cantidad de muertos, ni los nombres confirmados, todos le habían dado por muerto, porque por hora y estádistica todo indicaba que el también iba en ese autobus.

Lo que pasó en su caso tuvo que ver mas con la canción popular que con una noticia de sucesos. No estaba muerto, que estaba de parranda. No había cogido el autobus porque se había ido en coche con una secretaria de la segunda planta, con la que estuvo haciendo el amor dos dias seguidos manteniendo el teléfono apagado para que su novia, con la que llevaba una semana sin hablarse, no llamara para molestar el sexo con esa minifalda que a el le llevaba distorsionando el pensamiento algunos meses. Por lo tanto el no tenía ni idea que se había celebrado o estaba a punto de celebrarse un funeral en su nombre, mientras el trataba de colocar como buenamente podía sus piernas entre las otras dos piernas, en posturas novedosas pero interesantes. LA secretaria vivía en chalet pequeño bastante lejos de la ciudad y ese fin de semana se había convertido en una especie de delicatessen sexual y mientras su madre rezaba por su espiritu, su espiritu realmente flotaba entre gemidos y sudores poco celestiales, pero ciertamente paradisiacos. EL domingo a mediodia después del decimo sexo la secretaria se ducho, se montaron en el coche y le bajo a la ciudad, se despidieron en la esquina de su calle´y quedaron en repetir. Lo que el no sabía cuando recorrió los cien metros de su calle es que estaba volviendo de la muerte. Un niño vecino le vió y salió corriendo y llorando, las vecinas del portal le miraron y se taparon los ojos y el saludó con voz ronca por que había cogido frio en la garganta por no vestirse en todo el fin de semana. Al abrir la puerta de casa, en el salón todos miraron sobrecogidos y su novia se lanzó al suelo pensando que el delirio la había cogido sin avisar. EN ese instante su madre le cruzó la cara, sin avisar, sin saberse porque, pero ya luego vinieron todos los ritos que le convirtieron en un revivido, lo que le ahorro las explicaciones de donde había pasado todo ese fin de semana.

1 comentario:

Tecnorrante dijo...

Feliz navidades madrileñas!!! Con mucho (envidia y) afecto, espero que la pases sabroso por allá.

Un abrazo.

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