jueves, diciembre 04, 2008

Encuentro en Marrakech

Me lo encontré en el café Francia de la plaza Jamaa el Fna. Era media tarde y hacia algo de calor. Lejos había una luz parecida a lo que debe ser la ceguera, una bruma que difuminaba completamente los contornos del horizonte y hacía las formas de la tierra irreconocibles. Yo llebava un rato obsevando una conversación de dos hombres en un techo, al lado justo de una antena de televisión que apuntaba hacia el noroeste. Hablaban y gesticulaban uno frente al otro, a veces miraba la plaza y su indescifrable movimiento. La metáfora mas absoluta del hombre y lo que es el hombre sucede en esa plaza de forma irregular. El tipo se sentó en la mesa de al lado. Algo, que luego comprendí que fue, me llamó enormemente la atención. Era extranjero, como casi todos los que bebiamos té en ese momento de cara a la plaza. Traté de adivinar su nacionalidad, pero no había ningún rasgo evidente y claro para delimitar su físico a un pais concreto. Se giró y me miro, dijo algo sobre la plaza que no comprendí, pero mi duda estaba resuelta, era frances. Miró de nuevo a la plaza y se volvió a girar hacia mi.

.- ¿Es usted español?
.- Si- le contesté
.- Parece usted arabe. Hay algo en la forma de su cara, incluso la barba, los ojos.
.- Bueno, no creo que sea descabellado pensar que en el fondo lo sea.
.- ¿Esta de viaje de placer?
.- Si, es la segunda vez que vengo a esta ciudad. Me resulta agradable pasar las tardes aqui, por eso he repetido- contesté, pensando que su español era tan perfecto que incluso el acento parecía de alguien de Madrid o cercano, pero jamás el de un extranjero, un frances- Habla usted un español perfecto
.- Yo no le he dicho aún de donde soy
.- Creí que era frances
.- Le sorprenderá mi respuesta, pero es profundamente cierta. No tengo nacionalidad. No soy de ningún lugar.

Sonreí, pero el tipo afirmó serio, como esperando convencerme de esa verdad.

.- Tampoco tengo edad, o si la tengo no la recuerdo. Me han puesto mil nombres pero a mi no me corresponde ninguno, hay alguno con el que me identifico mas que con otros, pero corresponderme, ninguno. Me describen y se equivocan, soy bastante mas esquivo que todo eso. Me relacionan con el fuego y sentimientos muy desgarrados, yo por el contrario me veo mucho mas impasible que todo eso. Nunca grito, nunca fuerzo. Mi poder es tan básico que no tengo que recurrir a la violencia, son los otros los violentos, yo me evito ese tramite siempre correoso y agotador. La violencia es un debilidad y le aseguro que si algo no soy es débil. Vivo y viajo, mas en esta época, donde mi trabajo se limita a observar, mas tiene que ver con mi reinado estos tiempos que con el camino que hubiera querido seguir realmente el hombre. Si estoy en Marrakech ahora es por que aquí mi poder es menos potente, al norte y al oeste las cosas están demasiado desplazadas a mi favor. Mi idea del destino es bastante mas cruel, éste, si existe, no debería de ser modificable, en cuánto el destino puede ser variable pierde su sentido, no es destino. De algún modo soy eso, la cara opuesta del destino, la burla del tiempo. No hay salvación. En el fondo, el bueno soy yo. Al menos no prometo lo imposible. Lo que prometo lo puedo dar y a fé que lo estoy dando. He sido de todo, pero ahora soy empresario, que es donde mejor ejerzo mi influencia. Soy capitalista, potencio el consumo, y le puedo asegurar que vivimos una época muy olvidable. Nadie recordará los principios del siglo XXI, a estas alturas ya soy capaz de visualizar que épocas pasarán a la historia mientras estas suceden. Unicamente quedará el recuerdo de aquellos aviones enterrandose en aquellos rascacielos. Por cierto, no me atribuyan a mi esa obra, esa es del otro o de los otros, que yo ya no sé cuantas caras tiene o cuántos son. A mi dejeme los centros comerciales y el profundo vacio intelectual. Mi trabajo es menos evidente, pero dura mas y marca épocas. Insisto, yo no voy a las guerras, yo sólo uso el verbo. A la guerra van ellos. Yo mando a mis victimas de compras. Créame, esto está cada vez mas en mi mano.

Le miré desconcertado, bajo esa apariencia elegante y pausada, bajo es mirada brillante estaba escuchando la voz de un delirio. No daba crédito a la parrafada que me estaba soltando. Miró a la plaza un rato y volvió a girar su cabeza hacia mi:

.- Perdone, no me he presentado. Usted habrá oido hablar de mi como un tal Satanas. Digamos que para no despistarle, acepto ese nombre. Pero en el fondo, realmente, no tengo nombre.

Se levantó y se fue. Me quedé mirando la plaza un rato algo desconcertado desde la altura de esa terraza del cafe Francia. De repente ví aquel hombre enredandose entre la maraña de personas que era la plaza, iba anocheciendo y el humo de los puestos de comida formaba una nube que se desplazaba por el cielo inminente de la plaza. Observe como se dirigía hacia el final de la plaza, me costaba no perderle entre tanta gente, era, visto desde ahi una figura mas entre todas las figuras humanas de la plaza cuando a lo lejos giró y hizo un gesto hacia mi de despedida. Deje de verle.

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