viernes, enero 13, 2006

La tarde de viernes

Creo que el sentimiento mas agudo de rechazo que he sentido me lo produce la visión repentina de una rata (Algo parecido me sucede con Aznar y todos sus colegas de partido, pero eso es otra historia). Cuando una rata se cruza en mi camino una sensación intensisima me sobrecoge. El cuerpo se me tensa, la espalda es recorrida por un terrible pinchazo y emito, tratando, eso si, de sostenerlos, unos gritillos dignos de colegiala de 5 años. Ademas la sensación se mantiene muchisimo rato, si veo una rata es posible que permanezca lo que queda del dia afectado por esa repulsión y ademas comienzan a venir a mi cabeza imagenes cada vez mas desagradables protagonizadas todas por roedores cada vez mas grandes. Se vuelve, por llamarlo de alguna manera, un dia rata. Las detesto, no me queda otra. Soy radical, me gustaria su extinción. No las puedo ni ver. Nombrarlas o simplemete pensar en ellas, como ahora hago de manera sospechosamente insistente, me perturba. Si lo hago es por que acabo de oir una historia nada agradable protagonizada por ellas. Si lo escribo es por hacerme un exorcismo. Creo que si desgasto este pensamiento el dia no se convertirá en un día rata, y la tarde de viernes podrá ser una tarde de viernes, con sus buenas cosas, con sus cervezas, con sus charlas amenas, con unas risas y no estar hasta mañana pensando en ellas. Si desgasto, ahora mientras escribo, esta sensación que me hace levantar los pies del suelo, no apoyarlos, estar en tensión. oir ruidos y sospechar que estan ahí, la tarde de viernes será una buena tarde de viernes. Cierto es que lo llevo con cierto humor. Sé que el rechazo, la repulsión que me generan es mayoritaria. Y mis reacciones mucho me recuerdan a las de mi abuela y a las de mi madre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísimo lo del día rata, jajaja. Yo tengo días de dientes rotos, cuando tengo la mala pata de oir una historia o ver alguna imagen sobre dientes que se rompen, se que se acabó la paz del día.

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