jueves, diciembre 23, 2010

No carta, no texto

Inevitablemente hay diferencia entre las cartas y un texto sin destinatario, un texto como podría ser este cuyo destinatario es salir sin la intención total de entrar. La forma en que se afrontan uno y otro, son irremediablemente distintas. Las cartas van, los textos salen. Eso en realidad era una manera de empezar esta no carta que sale y que no va a nadie en concreto sino a una abstracción tremenda, a no se quien, que se viene mientras oigo esta canción suave. Aquella masa gigante, acumulada ahí mismo, una masa gaseosa, repleta de vapor que se atraviesa con extrañeza. Desubicado pero emocionado. Una masa bestial que es el pasado, aquellas caras, aquella gente amable, brutal que se fue quedando en el tiempo. Esos rostros difusos, esos nombres medio borrados. En el fondo la melancolía es todo eso. Tiendo a la melancolía, tiendo brutalmente a ella, aunque es cierto que menos con los años. Ahora tengo una hija que proyecta toda emoción hacia el futuro y detiene tan dulcemente el presente que el pasado importa algo menos. Así que bien pensado cada texto, en el fondo, ahora, tienen mucho de carta a ella, a esa explosión que siento en esa cara, en esa sonrisa descomunal, en esa forma humana que dispara la felicidad. Es difícil no caer en la evidencia de que ese bichito es lo más importante que ha pasado en toda mi vida. Que esa cara contiene el presente. Así que este texto que era una no carta a no se que del pasado se convierte en una carta a algo muy concreto del presente. Inicialmente había empezado el texto por otra cosa menos confesional que todo esto. La idea venía marcada por unas cartas que había recordado, también por un viejo amigo que ahora vive a las afueras de Madrid, al que he visto una sola vez en quince años, que trabaja muchas horas, que es extranjero y que está solo y que mañana pasará la nochebuena solo, y a mi esas cosas me dan igual pero percibí una notable tristeza cuando me lo contó en esa llamada del otro día en la que me salió, de muy dentro, otro acento que de algún modo también me pertenece. No se, eran cartas no cartas lo que quería escribir y ahora todo es una carta a la niña porque esta mañana me la ha llevado a una cita médica mía y hemos estado un cuarto de hora solos en la sala de espera y creo que en mi vida había hecho tantas tonterías por segundo y elevaba a la niña como si volara por la sala de espera y por primera vez en años, por primera vez, con todos mis traumas, una sala de espera me ha parecido el lugar más hermoso del planeta porque la niña sobrevolaba emocionada sobre ella y sonreía y se ha abierto una puerta y nos ha pillado una enfermera y nos ha sonreído y la niña ha soltado una carcajada como si entendiera que aquello era enormemente gracioso. Así que a mi me da igual lo de la navidad, soy bastante escéptico con todo ello, pero recordando otras épocas y a este amigo, he caído que es la primera navidad con la niña. Así que carajo, esto es una carta, no es un texto. Es una carta para la niña, claro. Y aquí termino que despierta y debemos retomar ciertos vuelos, ciertos viajes y este tarde noche por suerte veré a este amigo y nos beberemos una cerveza quince años después y espero ayudar a diluir su tristeza navideña.

No hay comentarios.:

Mi lista de blogs

Afuera