lunes, diciembre 13, 2010

El deseo

Sonaba algo que debía haber sido ideado para torturar a cualquier ser humano del siglo 18 y que sin embargo allí todos degustaban con frenesí, como sin en aquella música, además de un tortuoso ritmo obsesivo, se escondieran las claves para un viaje al delirio. Yo estaba arrinconado, en esa posición privilegiada que se tiene en la esquina de la barra, cerca de la puerta, desde donde se observa y se es poco visto. Pedí tres cervezas, las dos primeras las bebí instantáneamente, la tercera comencé a disfrutarla. Sobre todo les miré a ellos, y es posible que con poca discreción. La chica llevaba una minifalda espantosa y una camiseta de un color terrible y llamativo con una frase que se amoldaba a la curva de sus pechos: "I´m ready for you". Unas botas blancas, altas, bestiales hasta las rodillas. Los muslos podían ser observados horas, días, años y no desgastar, jamás, el impulso salvaje de deseo. A su lado dos chicas más a las que no presté atención, mi atención estaba en los muslos y en la frase de la camiseta, de vez, en cuando, eso si, desviaba mi mirada al joven de pelo muy corto y de peinado violento que era su novio. No les saqué la edad exacta, calculé entre los 22 y los 26, bebían vodka barato y cada cierto rato paseaban al baño en grupos de dos o tres. Pedí una cuarta cerveza. No perdí pista de aquellos muslos, tampoco de su cara, esa chica contenía el poder de la historia humana en su piel, me descubrió, me miró mirándola y a partir de ahí cambió todo. "I´m ready for you" pasó al juego, empezó a bailar con ese chico de mirada confusa, mezcla de bondad y delirio, de nervio y músculo, cada giro de baile, cada dos o tres compases, dirigía la mirada hacia mi esquina donde yo estaba agazapado, dominado por la indomable sensación del deseo, no de la atracción, no. Del deseo, el deseo puro, indómito, frenético, visual. Fumé y bebí compulsivamente, desviando hacía el alcohol y el humo la agitación que disimulaba en mis gestos contenidos. La chica cada vez bailaba más, adaptando su cuerpo a esa música que golpea y desgasta el pensamiento. Golpes de graves y tonos agudos ascendiendo, ascensiones rítmicas hacia el éxtasis. Pedí cerveza cada vez más rápido. El chico, el chico nervioso descubrió la dirección de la mirada de ella y se encontró, sin yo quererlo con la mía que incansable seguía dirigida hacia su novia. El tipo cambió de actitud. Minutos después se acercó. Me pidió que le invitara a un vodka, pagué. No me habló, lo tuve a mi lado varios minutos en silencio. Dejé de mirar a la chica, la chica se había sentado y reía. Después de unos minutos me quise poner de píe y el chico me frenó en seco y me dijo que saliera y que esperara fuera. Obedecí, sabiendo que lo contrario sería aún peor. Salí del bar y esperé en ese parking gigante, vacío y oscuro al lado de la carretera. Me quedé, mientras esperaba, viendo los pocos coches que pasaban de un lado a otro, en medio de la noche, fugaces, perdidos. Salió el chico y tres chicos más, también la chica. Me montaron en un coche, lo arrancaron y no salieron por la carretera sino que cogieron un camino de tierra. El trayecto fue accidentado, iban rápido y el coche saltaba bruscamente en cada bache, a cada segundo. Un rato después frenaron, estábamos en medio de la meseta. Salimos del coche y pensé que mi vida había tenido algún momento brillante, algunos divertidos, bastantes momentos difusos y buenos recuerdos. No reflexioné mucho más. El chico se acercó y no dijo nada. En ese momento me di cuenta que no había escuchado mi voz y me dieron ganas de hablar, de escucharme para sentir algo de mi, lo último. Pensé en como sería la forma de violencia a usar. Habló:

.- ¿Crees que es atractiva?

.- Si

.- ¿Te gusta?

.- Es muy atractiva.


Se quedó todo en silencio. La chica dijo que mejor me dejaran aquí.

.- ¿Eres J?

.- No soy J. No se quien es J. Soy D2

.- ¿No sabes quien es J? ¿de verdad no lo sabes?

.- No

.- Nos dijeron que J mandaría a alguien para entrevistarla y ofrecerle algo en las películas.

.- No se de que me habláis.

.- No vamos a negociar por la chica. Sabemos que podemos sacar más.

.- No se a que te refieres. La miré por que es atractiva.

.- Mira. Dile a J que no hay negocio.

.- Se lo diría pero no tengo nada que ver con J, soy D2. No se de que negocio hablas, de que películas.

.- ¿Y quien coño eres tú? ¿Que hacías sentado en la barra del "Disturb" en la esquina acordada?

.- en serio, muchacho. Hay un error.

.- ¿te gusta la muchacha?

.- Me gusta.

.- ¿Quieres grabar con ella?

.- No, quiero largarme de aquí.

Se quedaron callados, se montaron en el coche y me dejaron alllí. Caminé guiado por la luz intermitente y lejana del disturb. Mucho rato después llegué y abrí el coche. Volví a la carretera y seguí el viaje. En la radio había un programa donde ponían una música suave y prolongada, indefinible.

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