martes, julio 06, 2010

Nubes

Tampoco soy de los que se fija mucho en el cielo, en los amaneceres o en las lentas retiradas del sol en verano. No tiendo a ello, no suelo mirar. Soy bastante mas terrenal, no tengo esos sentimientos poéticos de admiración hacia los acontecimientos cotidianos. Puedo comprender que hay atracción o belleza en esas contemplaciones pero a mi nunca me da por alzar la vista y dejarme llevar. Bien visto el cielo está ahí a cada rato y lo que puede ser interpretado como poético a mi no me parece más que un acontecimiento de clara explicación científica y que tiene multiples funciones. El cielo no más. Sin embargo aquella mañana algo me hizo abrir las cortinas y mirar arriba, como si lo supiera. Yo no creo en que a uno le dicten o le digan hacia donde dirigirse. No hay caminos preestablecidos de antemano. Corrí las cortinas, creo, porque había bebido mucho la noche anterior y no me gusta ese olor que impregna la habitación los días de resaca, abrí la ventana para airear, para sanear ese ambiente cargado y de olor molesto y levanté la vista por alguna razón que, claramente, ahora no recuerdo. Miré y en la primera impreisón ya sentí el golpe de lo extraño, de lo diferente. Observé unos segundos sin comprender. Las nubes eran de formas muy rectas, muy geométricas, muy racionales. Las nubes pasaban a ritmo constante y parecía un tetris aéreo: Rectángulos, trapecios, hexágonos, pentágonos. No había ni una sola nube con forma amorfa, irregular. Cada una de ellas era de líneas rectas, ángulos exactos. Ni siquiera circunferencias. Todas pasaban rítmicamente, como parte de un pentagrama delirado. Allí iba el hexágono amplio seguido de un cuadrado perfecto. El acontecimiento era hermoso, potente, pero desconcertante. ¿Qué eran todas esas nubes? ¿Por qué esa forma? Me vestí rápido, no me duché a pesar de la resaca. Algo había que me había alterado en aquello. Salí a la calle. Todo estaba igual. Las aceras con su gente caminando ajena a ese extraño espectáculo. Alcé la vista y allí seguía aquel carrusel de formas, aquellas nubes regulares, perfectas, geométricas Corrí de un lado a otro, buscando sin saber muy bien que buscaba. Miré, traté de descifrar si había continuidad en aquello, pero la secuencia no era regular: Hexágono, pentagono, rectángulo, pentágono, triángulo equilátero, triángulo, cuadrado, hexágono. Jamás había una continuidad, una repetición secuencial. Luego me dejé llevar por la teoría de que quizá era una sola línea, una sola secuencia sin repetición. No había patrón. Pensé que aquello era un mensaje a descrifar y traté de interpretarlo. Cabía la posibilidad de que los triángulos fueran adverbios y los hexágonos verbos, quizá los rectángulos fueran adjetivos. Miré, miré muchas horas. Anoté. No saqué nada en claro, salvo que aquello era desconcertante y llamativo, extraño, muy extraño. Caminé, nadie miraba hacia arriba. Saqué mi cuaderno mil veces. Saqué muchas reflexiones, ninguna contundente. Pensé en un mensaje en el cielo, pensé en un extraño fenómeno meteorológico, pensé en el apocalipsis, pensé en mi razón. Llegué a un parqué, compré el periódico para ausentarme de aquel acontecimiento obsesivo que estaba sobre mi, encima de mi cabeza. Leí la noticia, la foto del alcalde orgulloso, la plana mayor del ayuntamiento: "Hoy entran en funcionamiento las nuevas nubes" decía el titular:

Ayer se instaló y se dio inicio al aparataje comprado para la nueva tecnología de nubes. Un novedoso sistema de creación y formación de nubes. El alcalde inauguro la sofisticada máquina lanzando la primera nube sobre la ciudad "He lanzado un pentágono, que es mi figura favorita". Desde hoy se podrán ver sobre la ciudad las nuevas nubes geométricas.

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