lunes, julio 19, 2010

Fragmentos de misma duración

Recibo un mail en el que alguien querido me narra la trascendencia de 14 minutos que por otro lado podrían haber resultado intrascendentes. La narración es emocionante, honesta y cargada de símbolos, llena de azar, destinos y posibilidades. 14 minutos que pasan relativamente rápidos pero que reverberan algunos días después y que dejan la sensación, siempre fulminante, de esas otras vidas que no alcanzamos a vivir, de las otras posibilidades de nosotros mismos. 14 minutos que pueden o no cambiar tu vida, su curso. Luego salgo a la calle, no queda nada en casa y salgo a un chino a comprar algo de pan para cenar. Camino pensando en los 14 minutos y pienso en otros catorce minutos. En fragmentos de tu vida que pueden durar esa cantidad exacta de minutos:

Una conversación con alguien que hace tiempo que no ves en una fiesta; un trayecto; la lectura de un cuento corto, la escritura de algún post en este blog, la espera de tu turno en el médico, algún polvo que ya no se recuerda, una comida solitaria en una cafetería un día de mucho trabajo a las afueras de la ciudad, la segunda cerveza de un reencuentro importante; la conversación veloz, dolorosa y traumática de una ruptura; una ducha larga un día de enorme resaca y frío exterior; las tomas de pecho de tu primera hija; un baño en el mar a solas en el que nada y el resto de tu vida cambian porque mar, corrientes y temperatura te parecen la metáfora que de repente te explica todo esto; los minutos que llegaste tarde a una cita borrada de la memoria; los minutos que tardaría en pasar el metro en aquel andén silencioso y vacío y en el que sentiste por primera vez la más profunda y exagerada soledad; escribir un mail que no envías; el aterrizaje de aquel vuelo que te llevó a la ciudad que más te ha gustado en el mundo; el silencio en el que estuviste a solas decidiendo algo que parecía trascendente; una canción profunda, hipnótica, sensacional y extraña de un grupo de nombre inexplicable; uno de los primeros besos allá con trece años; el retraso de ese vuelo en el que esperas a alguien que hace cuatro años que no ves...

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