martes, julio 20, 2010

Los críticos

La historia es un poco la de siempre, con sus variaciones, con sus personalizaciones, pero básicamente se desarrolló con una estructura al uso. Ella era amiga de un amigo común, una fiesta, algunas copas, buena música, una temperatura agradable sobre la ciudad, profesiones semejantes, conversación fluida. Atracción, para que llamarlo de otra manera. Dos personas se atraen por diferentes motivos en los que no descartamos la posibilidad de elementos químicos y físicos. Así que esa noche terminamos en la cama. Un previo acertado y positivo en el sofá. Mi ritmo de caricias es ascendente con elementos de sorpresa. Ella está elegante en el beso y precisa en la transición del romance al sexo. De ahí pasamos a la cama. La velocidad a la hora de desvestirnos contiene las características que a mi más me excitan. La ropa cae acompasadamente entre algunas baldosas y entremezclándose con las sábanas. El sexo es excitante, divertido y bastante creativo. Ella ofrece variedad pero sin aceleraciones ni precipitaciones, nos deleitamos en las posturas sin movernos a la siguiente antes de lo esperado. Ambos gozamos de las posibilidades y recovecos de nuestros cuerpos y sacamos partido al placer.

La relación crece y aumenta. Terminamos viviendo juntos. La frecuencia de sexo entonces es satisfactoria. Jamás recurrimos al sexo por recurrir, por artificio. El dialogo corporal es adecuado, preciso y emocionante. Ella, no obstante propone variar algunas situaciones que empiezan a ser rutinarias y yo acepto. Me gusta su capacidad de innovación, sin saltarse la estructura clásica. A ambos no nos gusta la experimentación en las estructuras porque si, sin más. Aquello debe tener una explicación y salvo en determinadas ocasiones el sexo transcurre alegremente y con finales más que aceptables.

De un tiempo a esta parte he notado que se ha perdido frescura, es cierto. Hace cuatro o cinco noches a mi me pareció que hicimos el amor con cierta urgencia, que el ritmo perdió dinamismo al final y que no supimos mantener constancia en el crecendo. La semana pasada, por ejemplo, el previo o arranque me pareció algo brusco e incluso aburrido. Ella tiende a lanzar su mano rápido y no siempre controla las velocidades. Al final ella se quejó de que mis gemidos no parecían del todo naturales, aunque bien es cierto que hubo un momento brillante en la ascensión. Ella se movió con brillantez a ratos y hubo instantes del polvo que fueron muy aceptables. Ayer, por ejemplo, ambos terminamos algo defraudados. Faltó creatividad y nos dejamos llevar por la rutina. Fue rápido por urgente, por innecesario y nos hemos planteado pensar bien el siguiente sexo, no hacerlo porque si. Tendemos a dejarnos llevar y estamos perdiendo la esencia del sexo. Esta mañana yo he probado según me he despertado, creo que estaba influenciado por un sueño acelerado con una compañera de trabajo y me he lanzado poseído encima de ella. No ha sido un mal sexo, pero tampoco es para hacerle una gran crítica. Quizá yo iba empujado por los ecos del sueño y necesitaba menos mimo e ir más al grano, a ella por otro lado la ha pillado de sorpresa y le ha costado entrar al calor, por eso quizá ha estado algo fría. FInalmente nos hemos ido entregando casi ritmicamente pero es cierto que hay veces que un poco de menos sincronía otorga enigma y persecución. Hoy cuando llegue probaré a recurrir a la estructura que aplicábamos las primeras veces. Al final siempre hay que recurrir a los clásicos.

PS: Cabe la posibilidad de que existan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya con el efecto verano!!

Mi lista de blogs

Afuera