sábado, abril 17, 2010

Un viaje extraño

Me bajé del autobús en Morón. Caminé entre el bullicio de la vía principal sin mucho sentido. El cielo estaba espeso y la humedad estaba disparada. La realidad pesaba unos cuantos kilos más. Entré en una tienda a comprar unas bermudas y un protector solar. Sentí que me estafan, pero no lo supe pues apenas me manejaba con la moneda y con los precios del país. Pregunté por la licorería donde me habían citado, un tipo sin dientes me dio unas indicaciones casi incomprensibles de las que lo único que saqué en claro es que debía seguir avanzando. Entré en una panadería, pedí un café, saqué el cuaderno y traté de anotar en el una descripción del pueblo, de Morón. No lo logré. Humedad y desorden, asfalto. Olor a asfalto y alquitrán. Apenas he caminado por una vía central, repleta de todo tipo de negocios a los lados, un cúmulo incomprensible de autobuses que llevan con carteles escritos a mano el nombre de su lugar de destino. A lo lejos se ve el perfil de la planta petroquímica, era la única referencia que tenía de la población. Bebí el café, que era buenísimo y salí de nuevo a la vía donde parecía converger todo. Volví a preguntar por la licorería New ofertón. Un tipo delgado, mulato, sin camiseta y que caminaba algo destartalado me indicó con el dedo y sin hablar el letrero, a lo lejos, de la licorería. Aceleré el paso y me quedé en la puerta. Miré a los lados y esperé. Pasó media hora. Reconstruí mi viaje hasta la puerta de la licorería New ofertón desde el aviso, desde que me llegó a comunicación. Lo leí, hice la mochila velozmente, guardé el pasaporte y algo de ropa. Salí de Castellón en autobús hasta Madrid. Me bajé en Méndez Álvaro. Cogí el metro hasta el aeropuerto. Tras varios intentos y varias discusiones, logré comprar el billete para Caracas. Algunas horas después estaba sobrevolando el atlántico. Aterricé en Maiquetía. Desde allí subí en taxi hasta Caracas. En Caracas, tras un sin fin de problemas y conflictos y muy poca información voy en autobús hasta Valencia. En el terminal de Valencia es de noche cuando llego y todo está cerrado. Una mujer de tamaño descomunal, con voz de ultratumba me dijo :"No mijo. A Morón hasta el amanecer no hay nada" Me senté en un banco del terminal, un vigilante armado como Rambo se me acercó y me aconsejó que no estuviera ahí, pero le dije que no tenía donde ir, que quería coger el primer autobús que saliera a Morón: "entonces véngase conmigo a la caseta, aquí es locura quedarse" en la caseta saca una botella de medio litro de un aguardiente lamentable, pero bebo. Me cuenta su vida. Le cuento algo de la mía, con voz de ensoñación me pregunta como es España, como estoy borracho le digo que es una piedra gigante con forma de vieja, pero que de la vieja la cara no nos pertenece, que la cara es Portugal. Somos como los pensamientos y el pañuelo que cubre la cabeza de la vieja. Se ríe pero se queda pensando y yo a su vez trató de imaginar que es lo que él está imaginando. Seguimos bebiendo y saca marihuana. Fumamos y a mi me da la risa, porque en mi vida había fumado una marihuana tan potente. Le pregunto porque va tan armado y entonces me dice que Venezuela es peligrosa, que hay mucha violencia. Levanto la vista y veo el terminal vacío y siento una sensación parecida al eco. Hay muy poca luz y una de las bombillas hace intermitencias, en ese instante un chico muy joven aparece en mi campo de visión, le sigue otro. Se detienen, el vigilante se pne en pie, muy alerta. Me mira y me dice: "agáchese, compadre" y eso hago, me meto debajo de la mesa del puesto de vigilancia, el tipo sale, pero no escucho nada. En ese rato que estoy debajo de la mesa me da por pensar que mi vida, como tal, ha perdido hace tiempo el rumbo y me viene la cara de Emma y el cuello de Emma y las manos de Emma. Debajo de la mesa huele a madera plástica, si es que eso existe. Aparece Rambo y me dice que ya pasó, pero yo no se que es lo que ya pasó. Me vuelvo a sentar a su lado y volvemos a fumar marihuana. La luz del amanecer revienta de repente en todo el terminal, hay gente que va y viene. Rambo me dice que el autobús a Morón ya está ahí, nos abrazamos y me monto. EL viaje hasta Morón me resulta agradable, al otr lado la vegetación me hipnotiza casi todo el camino.

A las 11:44 de la mañana aparecieron dos tipos, me preguntaron si yo era quien soy y me dijeron que fuera con ellos. Nos subimos a una pick up. Yo voy atrás, al aire libre. Atravesamos Morón, lo dejamos atrás y empezamos a ir por una carretera paralela al mar. Me emociono al ver el caribe. Veo palmeras y mar, palmeras y mar. Avanzamos a toda velocidad y el viento me marea, Me termino agachando para no aturdirme en la parte de atrás de la pick up. Veo el mar, playas vacías, miles de casas de madera donde anuncian comida. Llegamos a otro pueblo. Me siento de nuevo en el borde. Llegamos a una zona de talleres mecánicos, Entramos en uno con un letrero lleno de grasa en el que sólo puedo leer "Cauchera". Es un taller al aire libre, lleno de grasa y de ruedas de todos los tamaños tiradas por el suelo. Un tipo embadurnado en grasa y con un mono que ya no es azul indica donde deben detener la pick up. Cuando ya se detiene, salto de la pick up al suelo. El tipo grasiento me saluda y me da la mano, hubiera querido evitarlo pero le doy la mano y siento el tacto desagradable de toda esa inmundicia en su mano:

.- Henry S., ¿Verdad?

.- Si. Mucho gusto

.- Yo soy Erwin Machado. Pasemos a la oficina.

La oficina es una caseta en total deterioro, con una mesa y dos sillas del año, pero con un Mac recién comprado:

.- Siéntese, Henry.

Me siento. En ese momento siento todo el agotamiento del viaje, la diferencia horaria.

.- Se lo podría decir de otro modo, pero le tenemos que matar.

.- Carajo. Me hacen ustedes cruzarme medio planeta con una urgencia agotadora, para según llego, decirme que me tienen que matar. Espero que el argumento y la justificación para tal fin sea bastante contundente.

.- Le tenemos que matar porque estamos exterminando a todos los bloguers con tendencia literaria. Nuestra función es la de salvaguardar la buena literatura. Desde la aparición de Blogger, ha habido una vertiente de pseudo escritores que han aprovechado esos espacios para juguetear con la posibilidad de ser literatos. Nuestra función es precisa y consideramos que excesivamente importante. Hay que cuidar a la buena literatura de falsos y pretenciosos pseudo autores que utilizan los blogs para fantasear con ser escritores al uso. Lo siento, Henry S. Se acabó.

Lo que sigue es de difícil narración, pero si escribo esto en el el blog, es porque logré escapar y salir vivo de la terrible situación.

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