jueves, enero 10, 2008

Rebelión

Actuaron por la noche, como siempre se actua para estas cosas. Actuaron organizados aunque siendo dos no siempre es necesaria una planificación previa, si habían trazado un plano y una ruta de antemano. Es bueno saber cuales son las mejores esquinas de la ciudad, las paredes mas limpias y los lugares idoneos para atacar.

A la mañana siguiente mas de uno se sorprendió al salir del portal. LIteralmente la ciudad estaba empapelada. Ellos minuciosamente habían ido poniendo uno a uno los carteles que soprenderian a abogados, economistas, literatos y cosntructores, además de taberneros, butaneros, conductores, arrendistas, periodistas, parados, pintores de brocha gorda y fina, cantantes de medio pelo y guitarristas amateurs. Cada esquina, cada calle contenía al menos un cartel. Cada cartel era blanco ocupado en medio por una frase que obligaba a acercarse para poder leerse. Era una tipografía minima que tan solo pegando mucho los ojos se podía leer. El resto era papel blanco, pulcro, creado con piel de patata o algún producto similar que hacía de aquel papel y aquel gasto enloquecido algo ecologico y no dañino. Algunas calles quedaron absolutamente empapeladas. Edificios enteros. Algunas plazas estaba gopbernadas por aquel blanco del que destacaba un hilo que era la frase, que era el mensaje a trasmitir. Fue sorprendente a lo largo del dia ver a los curiosos acercando muchisimo la cara para leer la frase que a todos intrigaba. En las calles la pregunta del dia fue:"¿Ya has leido la frase?. Leéla, leéla". Las abuelas a los nietos, los nietos a sus madres, las madres a los padres, los padres a los hijos, estos a los primos, aquellos a los tios, los tios a los colegas, los colegas a sus jefes. Así, en cada ascensor, en cada portal en cada autobus de la ciudad. Los extranjeros y turistas se acercaban a los carteles y pegaban los ojos muy mucho, leian, sacaban el diccionario y traducian. Estos mandaban un correo un sms a sus paises para contar lo sucedido y hablar de la frase, pero nadie, nadie desvelo la frase. Todo el mundo era consciente de que debía ser leida, asi, con la cara bien pegada a la pared, con la nariz rozando el papel y que perdía todo su mérito si era contada o trasmitida de boca a boca.

Así llego la noche y pasada aquella noche llegó otro dia y después de ese dia, otro dia y otro mes y otro año. Y todos fueron olvidando la frase y aquel dia. Y los papeles...Los papeles se los fue llevando el viento...

2 comentarios:

stel dijo...

tu ciudad empapelada me ha hecho pensar en las muchas zapatillas que hay colgadas de los hilos de la luz y de hecho, en algunas acciones de marketing de guerrilla que me contaron en la carrera.

por cierto, buen año.

Anónimo dijo...

Qué bien tenerle de vuelta :-)

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