Actuaron por la noche, como siempre se actua para estas cosas. Actuaron organizados aunque siendo dos no siempre es necesaria una planificación previa, si habían trazado un plano y una ruta de antemano. Es bueno saber cuales son las mejores esquinas de la ciudad, las paredes mas limpias y los lugares idoneos para atacar.
A la mañana siguiente mas de uno se sorprendió al salir del portal. LIteralmente la ciudad estaba empapelada. Ellos minuciosamente habían ido poniendo uno a uno los carteles que soprenderian a abogados, economistas, literatos y cosntructores, además de taberneros, butaneros, conductores, arrendistas, periodistas, parados, pintores de brocha gorda y fina, cantantes de medio pelo y guitarristas amateurs. Cada esquina, cada calle contenía al menos un cartel. Cada cartel era blanco ocupado en medio por una frase que obligaba a acercarse para poder leerse. Era una tipografía minima que tan solo pegando mucho los ojos se podía leer. El resto era papel blanco, pulcro, creado con piel de patata o algún producto similar que hacía de aquel papel y aquel gasto enloquecido algo ecologico y no dañino. Algunas calles quedaron absolutamente empapeladas. Edificios enteros. Algunas plazas estaba gopbernadas por aquel blanco del que destacaba un hilo que era la frase, que era el mensaje a trasmitir. Fue sorprendente a lo largo del dia ver a los curiosos acercando muchisimo la cara para leer la frase que a todos intrigaba. En las calles la pregunta del dia fue:"¿Ya has leido la frase?. Leéla, leéla". Las abuelas a los nietos, los nietos a sus madres, las madres a los padres, los padres a los hijos, estos a los primos, aquellos a los tios, los tios a los colegas, los colegas a sus jefes. Así, en cada ascensor, en cada portal en cada autobus de la ciudad. Los extranjeros y turistas se acercaban a los carteles y pegaban los ojos muy mucho, leian, sacaban el diccionario y traducian. Estos mandaban un correo un sms a sus paises para contar lo sucedido y hablar de la frase, pero nadie, nadie desvelo la frase. Todo el mundo era consciente de que debía ser leida, asi, con la cara bien pegada a la pared, con la nariz rozando el papel y que perdía todo su mérito si era contada o trasmitida de boca a boca.
Así llego la noche y pasada aquella noche llegó otro dia y después de ese dia, otro dia y otro mes y otro año. Y todos fueron olvidando la frase y aquel dia. Y los papeles...Los papeles se los fue llevando el viento...
2 comentarios:
tu ciudad empapelada me ha hecho pensar en las muchas zapatillas que hay colgadas de los hilos de la luz y de hecho, en algunas acciones de marketing de guerrilla que me contaron en la carrera.
por cierto, buen año.
Qué bien tenerle de vuelta :-)
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