domingo, octubre 16, 2005

Domingo de otoño

Hoy he vuelto a ver a Andrea despues de cinco meses. Con Andrea, hoy lo he comproboado, sucede esa cosa que te sucede con cuatro o cinco personas en tu vida. Pasan cinco meses y al verte todo sigue igual, todo se retoma justo donde se habia quedado la ultima vez, podrian pasar cincuenta años y sucederia que la tarde que nos reencontrasemos nos sentiriamos igual que hoy, sin distancias. Entre esas guardo con especial cariño un reencuentro con Felix, fue el año que vino a España con Machado. Tuvieron la suerte de escoger el 12 de Abril para salir de viaje . Si mal no recuerdo Felix llegaria en Avion a Caracas, se encontraria con Eduardo y cogerian el mismo avion hacia Madrid, claro el 12 de Abril de 2002 en Venezuela la cosa no estaba como para hacer planes apretados en los horarios de aviones. Venezuela se rompia. Eduardo salio con un presidente, aterrizó con otro y al despertar por primera vez en Madrid ya tenia al primero. De Felix sabiamos que no sabiamos nada, que llegaria, pero sin saber como ni cuando. Felix ha tenido la cualidad de estar siempre en todo el meollo politico venezolano saliendo siempre heroico de la situación. Yo me reencontraba despues de varios años con Machado y claro, nada había cambiado. Paso el fin de semana y llego Valderrama. Quedamos con el, luego de comer Eduardo y yo en el restaurante "Rayuela", en la puerta del Sol. Hoy aun me sorprendo de como nos saludamos. Nos dimos la mano y poco mas, un saludo casi diario. Un saludo cotidiano. Empezamos a andar y en seguida cai que hacia casi un año que no le veía, se lo comenté, pero ya el proceso de saludo se había quedado atrás, ya para ese momento nos habiamos metido en un Bar a tomarnos unas cañas y entonces entendí que aquello era el saludo mas calido, el saludo real, ese saludo normal y sin euforias fue el saludo definitivo. Hoy con Andrea el saludo fue muy calido, pero en seguida te sientes como en casa, casi como retomando la ultima conversación que habias dejado a medias por las prisas de un avión. Como si el tiempo se hubiese quedado congelado y arrancase de nuevo. Esa es, si no me equivoco, la sensación de amistad. La de hablar sobre un libro con calma, sobre el ultimo viaje o contar las sensaciones que siente viendo las hojas que caen de un árbol, un árbol en medio del mundo. Una hoja, un arból, el otoño. Poco mas

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Tecnorrante dijo...

Resumes fácilmente lo que es la verdadera amistad. Sabrosos esos reencuentros que no son tales, sino continuaciones de la vida misma entre panas. Las distancias temporales siguen, cuando se trata de amistades, demostrando la elasticidad del tiempo que planteaba Einstein, esta vez sin necesidad de la velocidad de la luz.

Bastian dijo...

Me pasa eso a menudo, pero no solo con los amigos. Cuando vuelvo a los sitios siempre repito ciertos gestos. En el bar, siempre me siento incómodo si no estoy detrás de la barra.

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