domingo, octubre 23, 2005

Al llegar a casa

Madrugada. Que sensación tan extraña es la madrugada, tan como de mundo aparte, tan como de lejania aqui en esta calle. El dia se vuelve raro, casi inaccesible. La madrugada y pienso en los insomnes. En esos que se quedan sin dormir por que su universo interior sacude fuerte por las noches, fluyen todos los miedos, la amenaza del pasado. Mi abuela es insomne y habla del insomnio como una pesadilla (la metafora es casual), algunos mas que conozco lo padecen. Cuando la noche no termina, cuando la noche y la cama son tu amenaza, ese lugar donde se libra la batalla. Alguna vez, muy pocas, lo he sufrido. Hace no muchos dias estuve una noche entera sin dormir. Pensé en todo, recorrí todo aquello que he vivido, lugares, gentes, imaginaciones. En el hospital estuve alguna noche tambien sin pegar ojo. Era la madrugada ahí, como un ente supremo, como el que todo lo ve. La madrugada en la ventana de ese edificio de Madrid. El compañero de al lado se moría, se iba muriendo lento y al final, casi al amanecer lo hizo. Desde entonces tengo hiperconciencia de la muerte y el insomnio y la muerte las llevo relacionadas, como hilos que se entrecruzan. Nadie habla bien del insomnio, nadie le ha sacado demasiado provecho. Se piensa mucho, rapido y sin orden, todo ademas empapado de la extrañeza y a menudo de sensaciones que rodean al miedo, al desasosiego. Es madrugada y he pensado en el insomnio por que al entrar en el portal, hace unos minutos, he visto que el vecino de al lado estaba despierto, había luz en el salón, por la edad he sospechado que no duerme. Que se levanta, pondrá la televisión y esperará con paciencia a que llegue el dia, la normalidad, el sueño. La tragedia del insomnio es que llegado el amanecer se tiene un terrible sueño, un cansancio demoledor. Yo mientras tanto aprovecho y me voy a dormir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es curioso...yo siempre he visto a la madrugada con cierto aire de confesionario. Es la hora en la que todos duermen y no hay testigos; tiene algo de especial, algo a lo que yo le digo "la hora de las confesiones". Es una hora extraña en la que nos sentimos protegidos por su silencio, por la calma con la que se desliza y por el misterio cómplice con que guarda todo lo que en ella sucede.

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