martes, enero 22, 2013

Canción de amor

 Varios acontecimientos suceden esa mañana de apariencia dispersa, pero unidos por un trasfondo que los soldifica de un modo emocionante y peculiar.

 A primera hora escucho música de un francés que esa semana tocará en mi ciudad. Después de un recuento de un buen número de ellas, llego a un vídeo de una de las canciones de su último disco en directo. La canción es hermosa y suave, delicada y atmosférica. Mientras la escucho pienso que en las canciones que yo hago hay una tendencia a ese tipo de atmósfera, en cierta manera reconozco ambientes que, aunque peor ejecutados, son similares. Recuerdo, sobre todo, los ambientes de una canción de amor que hice cuatro años atrás, la única canción de amor confesional y personal que he hecho en mi vida. Siempre comparto música que me gusta y que creo que puede llegarle con mi hermano. Le suelo ir mandando cosas y suele responder con comentarios. Cuando le di a enviar, lago me hizo pensar o algo me conmovió al punto de querer escribir otra vez, de nuevo, una canción de amor. Entre otras cosas desde aquella canción de amor y este momento. Hay elementos nuevos: entre otros, dos hijas. Mientras pensaba eso, mi hermano contestó a la canción que le había enviado del francés: "Esta canción me recuerda a tu canción de amor" Sonreí, estuve a punto de contarle toda esta historia, pero en ese momento me llegó un mensaje al teléfono. Era una amiga increíble, que desde hace pocos días vive en mi ciudad. Los motivos, entre otros muchos, que la han llevado a mudarse a esta ciudad en la que hoy llueve y la luz atraviesa suave los charcos y las ventanas y hay gotas, ha sido el amor, un amor del que no tengo imágenes pero que intuyo maduro y tremendo, elevado. Aún no la he visto desde que aterrizó, sé que anda sumida en esa delicadeza del encuentro, el viaje de dos que se ven por fin. No hay prisa por verse, ahora le toca disfrutar de ese tiempo. Me contó que se sentía feliz, hablamos de la luz, del amor, gastamos un par de bromas. Cerca de su nueva casa, me dijo, está La Iglesia de San Nicolás. Recordé entonces la última vez que estuve en esa iglesia. M se había ido de viaje de trabajo a Marruecos y unos amigos me habían invitado a ver un concierto allí, un cuarteto tocaba música sacra. Recordé esa tarde de sábado, el frío al salir. Recordé que en la puerta, aún, de la iglesia M me llamó, habían terminado la jornada laboral y se iban a tomar algo. Pensé, sin gloria, sin grandilocuencias, sin aspavientos, que amaba mucho a esa tipa. Esa noche, cuando llegué a casa, compuse la única canción de amor confesional y personal que he hecho en mi vida.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras leía este post, una canción de amor de mi carpeta "my simplest love" tocaba de fondo. Ahora instalada bajo este mismo cielo, en este mismo ambiente, con el olor a marmitako de fondo entiendo con el corazón todo esto que escribes y conmovida se me aguan los ojos. Que bueno que cambió mi vida y que estas conexiones son reales. Que alivio tenerte y leerte, vecino.

CL

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