jueves, febrero 17, 2011

El camino a casa

Siempre vuelvo en el último metro. El que sale a última hora, a eso de la una y media de la madrugada de la primera, o última, estación. Atravieso toda la línea, de punta a punta. Me entretengo con los reflejos, con la gente que sale y entra en distintas estaciones. A veces cierro los ojos varias paradas. A veces me quedo un poco dormido, pero no sueño. Tiendo a pensar que por algún motivo la cabeza no sueña bajo tierra, como si no quisiera enredarse con ese mundo enterrado, alejado y terminar enredando ambos mundos, el subterráneo y el onírico. Una pura cuestión de seguridad. Cuando me quedo dormido abro los ojos de repente, siempre con un pequeño sobresalto que dura algo menos de un par de segundos o como mucho hasta la siguiente estación. Hay un temor siempre en ese despertar de haberme quedado profundo y perderme en las cocheras, ser olvidado en los submundos del metro, pero aparece la siguiente estación y me doy cuenta que el sueño ha durado poco más de cuarenta segundos. A veces duermo más de un sueño por viaje, cierro los ojos sin darme cuenta en varios tramos, a veces despierto y dudo de si realmente despierto o no es más que un sueño en el que el sueño es el metro. Hay veces que temo despertar y aparecer en una estación que ya creía pasada y caer en cuenta que lo que creí cierto no era un sueño anticipándose en el viaje. Soñar que el metro se detiene en la estación en la que rato después despertarás cuando el metro se detenga. A veces pienso que todo el viaje es sueño y que en realidad ya estoy en casa, que es madrugada y que el viaje en metro es el viaje que me lleva de la realidad al sueño y que voy soñando que avanzo en metro a casa y que cuando llegué ya estaré plenamente dormido. Esas cosas pienso para no quedarme dormido en el último metro que pasa y que me lleva a la última estación que es donde me bajo, en un andén del que siempre dudo porque me da por pensar que no es un andén sino que es un sueño y que el metro se mete, ya solo, a las cocheras y es el día que se va, el día y yo duermo. Pienso en eso, también pienso que no, que es todo cierto, que recorro el camino desde la estación a casa y abro la puerta y , eso si, siempre imaginando que hoy si, que hoy si estará en casa.

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