martes, febrero 08, 2011

Comisiones

Fundamos la sociedad de los libros detestables. Nos reuniamos dos o tres veces al mes, nos emborrachábamos fervientemente y debatiamos, sin más razón que la pasión, que libros eliminar de las librerías. Nuestra idea era hacer un comite de censura underground. Decidir y crear una lista de libros nocivos para el intelecto. Al principio todo era fácil, todos estábamos de acuerdo. Íbamos anotado libros y emborrachandonos con la misma intensidad. Todos acordábamos sin demasiada discusión los títulos a anotar, pero la lista de best sellers, por grande que sea, no es infinita. El problema surgió cuando los títulos fáciles se fueron agotando y entramos en terrenos ambiguos, difusos. Además no todos teníamos la misma línea de radicalidad en la censura. Había quien consideraba determinados libros malos, pero no censurables, sino simplemente libros menores, que podrían leer las mentes menos elevadas, pero había quienes radicalmente pretendían anotar en la lista cualquier libro de calidad menor. La idea de ese sector rádical era dejar las librerias sólo con obras maestras. Aparecieron nombres complicados, debates encendidos, las primeras discusiones ardientes. Hubo quien enseguida sacó a Cela, quien proponía quemar la obra entera de Umbral, hubo los que hablaban de escritores de editorial, apoyados por grupos de poder y proponian anotar cada uno de sus libros. Antonio Gala fue la primera gran víctima. Hubo quien quiso defenderlo, argumentando que ocupaba un lugar y que no era tonto. No hubo remedio, todos sus libros aparecieron en la lista. El problema llegó más adelante. Había quien proponía a escritores con cierto renombre, pero "engañifas editoriales" como argumentaba el sector mas extremo del grupo: Cercas, Millás, Elvira Lindo, Ray Loriga. la lista iba creciendo en cada reunión. Los debates pasaban al tono de la pelea. Hubo quien levantó la mano ofreciendo un puñetazo. Había quien defendía a escritores que jamás había leido argumentando que la lista se estaba convirtiendo en la salvación exclusivamente de los grandes clásicos. La censura es un vicio, se parece al capital, cuanto más tienes más quieres. Censurar es como comer y rascar. No es tan dificil lanzar títulos con el simple argumento de "porque es una puta mierda" y así llegamos a las manos y de las manos a las grandes decisiones y de las grandes decisiones a la disolución y fue cuando comprendí que nos habíamos censurado hasta a nostros mismos. Fue por eso que dejé de escribir.

Bartleby.

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