viernes, agosto 22, 2008

Noches de verano

La manía de salir de noche a dar una vuelta me viene dada genéticamente, mi abuelo lo hacía, mi madre lo hace. A la hora en que todo se comienza a detener parece la hora apropiada para coger la bicicleta y recorrer algunos trozos de la ciudad, recorrerla a ritmo lento, observando los que aún vuelven, los que se besan en los bancos, el flujo muy disminuido de coches por las avenidas. La ciudad cambia de piel y se aprecian otras formas. Así fui hace tres dias, como todas estas noches de verano, pedaleando a baja intensidad, girando por calles al azar, aquí, allí, alcanzar una zona en la que hace algunos años viviste y que ha variado ligeramente un nuevo negocio donde antes había otro en el que de tanto ir ya conocias al dueño. Iba así cuando en una esquina escuche a dos tipos, uno de ellos hablaba por teléfono y decía: "Estan ahora mismo en la puerta del hotel. Les veo desde aquí". La frase me llamó la atención, me pareció una frase de espia, de alguien que vigila a otro, la situación me pareció digna de pelicula y no de la realidad. Esas cosas de la ficción que no parecen suceder en la realidad. Miré hacía el hotel que había un poco mas arriba, dos hombres y una mujer estaban en la puerta de ese hotel de cuatro estrellas en el que jamás me había fijado. Me pareció de repente estar observando una realidad diferente. Noche de verano, la ciudad sin gente, una frase de novela de espias y yo ajeno a esa situación, giré, me coloqué en la acera de enfrente de la avenida y traté de averiguar o de comprender algo mas. En la puerta del hotel aquellas tres personas esperaban, una esquina mas allá los dos hombres que aparentemente les espiaban permanecian quietos y semi ocultos no perdiendo detalle de cada movimiento de esas tres personas. De repente aparece un coche y las tres personas se montan, los dos espias se montan en una moto y se ubican entre varios coches, atraido por una curiosidad casi insana decido pedalear intensamente y tratar de seguirles hasta donde mis piernas resistan. Ajusto el plato y pedaleo a la mayor de mis intensidades, los semáforos hacen que no les pierda. El coche gira y termina metiendose por detrás del retiro, una zona de casas y calles mas estrechas, la moto permanece relativamente cercca y yo, el menos ruidoso del extraño pelotón logro seguirles sin conflicto. El coche se detiene en la puerta de un chalet, las tres personas de la puerta del hotel descienden, los dos de la moto se quedan parados a algunas casas de ellos, paran la moto y avanzan silenciosamente hasta la puerta del chalet. Observo todo desde media manzana mas atrás, no ya sin cierto nerviosismo. Los dos tipos de la moto trepan un muro y veo que se cuelan en el chalet. De repente me veo solo y siento cierto absurdo que no dura mucho pues de nuevo la curiosidad me golpea. Me acerco hasta el chalet, veo el muro, oigo un murmullo creciente dentro del chalet. Pongo el candado a la bici en una farola y trepo, repitiendo el movimiento de los dos de la moto. AL saltar veo que hay luces en una especie de salón, avanzo moviendome entre arboles de un jardin que en la oscuridad me parece enorme y muy exótico. Veo, en una especie de salón de te a los tres de la puerta del hotel sentados con otros dos hombres mas, estos son mucho mas mayores, hay cierta tensión. No hay rastro de los de la moto. De repente la mujer, que era una de los tres de la puerta del hotel se pone en pie y da una bofetada rotunda y casi exagerada a uno de los dos hombres mas mayores, nada varía, no hay violencia que acompañe el acto, una bofetada por si sola, nadie dice nada, nadie cambia de actitud, la mujer se vuelve a sentar y siguen hablando. En ese instante entra otra mujer, todos la miran, enciende unas velas y lanza una especie de hierbas al suelo, el hombre que ha sido abofeteado se levanta, respira profundo y se acuesta en el suelo, la mujer que acaba de entrar hace unos movimientos extraños e indescifrables sobre el, los demás miran como el que ve un partido de octavos de final de waterpolo entre Australia y Japón. El hombre se queda absolutamente inmóvil. Uno de los hombres de la puerta del hotel se pone en pie y se acerca a la chica que baila o reza o yo que se que hace, e intenta besarla, ella le rechaza y se acerca al otro hombre y sin embargo si besa a este. El otro de repente también se acuesta en el suelo, junto al otro que sigue acostado. Entra otra mujer, trae un libro que abre, todos, en ese instante, salvo lo dos que estan acostados en el suelo, forman un círuclo alrededor de ella, la del libro mira hacía fuera y por un momento creo que me ve, me meto detras del árbol donde etsoy escondido y veo que justo detrás de mi están los dos de la moto, una especie de descarga electrica de nervios me sube hasta la garganta. Uno de ellos me coge de la mano con una fuerza tremenda y me tira al suelo. Así comenzó la pesadilla. Me atan y me amordazan mientras siguen espiando la escena. Desde el suelo veo que los dos miran hacía el salón donde sigue sucediendo la alucianda escena, miro al piso de arriba, buscando no se que, buscando una solución que evidentemente no voy a encontrar, veo una habitación con luz, la ventana está abierta está asomada una chica. La chica mira hacía el cielo. Los dos de la moto cada vez están mas poseidos por la escena del salón y no ven a la chica que en ese momento les está viendo. La chica se va de la ventana y se apaga la luz, cosa que los dos de la moto no aprecian. Varios minutos después, estamos los dos de la moto y yo amordazados todos en un sotano del chalet. Si previamente no había entendido nada, mi desconcierto se suma a una especie de horror. Los tres estamos cada uno en una silla. Enfrente tenemos a los seis del salón y la chica de la ventana. Nos miran sin hablar, la mujer del libro lo abre y empieza a leer, sino me equivoco, un fragmento de Lord Jim. Uno de los dos de la moto empieza a llorar, llora con el llanto mas triste que jamás había oido, desconsolado, angustiado. Miro a la chica de la ventana, en medio de tanto desconcierto, azotado por un miedo extraño, un miedo como una masa, como una bola de hielo y hierro que me recorre, siento una atracción poderosisima hacía ella y me quedo mirandola. Ella ve que la miro mientras la que lee avanza entre las hojas del libro y los otros escuchan poseidos por una magia que yo no termino de captar. La chica de la ventana se acerca hasta nosotros y comienza a contar, pasa el dedo de uno a otro de manera que a mi me resulta anarquica, el último gesto me marca a mi, su dedo me señala. Uno de los de la puerta del hotel se levanta y me quita las mordazas. La chica de la ventana me coge d eun brazo y me pone de pie, me lleva hasta fuera de esa sala y subimos por una escalera. Me lleva hasta la puerta, me da un beso en una mejilla y me aconseja que no diga nada, que no cuente nada y que mejor lo olvide. Me abraza casi con cariño, abre la puerta y la vuelve a cerrar cuando ya estoy fuera. Slago cojo la bici y vuelvo a casa a ritmo lento, a cada pedalada siento que lo sucedido se va convirtiendo en algo pasado, en algo incluso parecido a la mentira. Pedaleo lento mientras vuelvo por las calles de siempre. Cierro los ojos un momento y me hago la promesa de borrar cuanto antes esa experiencia, pero no puedo, pasan las horas y no puedo, no puedo olvidar a esa mujer, su beso, su abrazo. Por mas que lo intento no puedo

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