lunes, agosto 25, 2008

Diario de viaje

Me he metido en ese desvio como podía haberme metido en el que venía después, no ha habido ningún motivo o sólo el cansancio de tantas horas al volante me han hecho desviarme aquí para buscar donde comer algo y dormir. Siendo tan tarde es dificil encontrar donde comer algo en estos pueblos del medio de la nada, pero la gasolinera tiene un servicio de cafeteria, que aunque lamentable, me ha servido para comer algo rápido y poreguntar por el hostal mas cercano. Un tipo, realmente desagradable, me ha indicado con cero por ciento de amabilidad por este en el que me he terminado metiendo no sin reparos. La habitación es lamentable y huele a humedad y a cocina, la cama no tiene colchón tiene una montaña rusa y la ventana da a la carretera secundaria que lleva hasta el centro del pueblo. Abajo me ha atendido una chica que dentro de este deterioro y esta sordidez parecia un angel desviado por alguna mano perversa, era tan dulce y tan agradable que resultaba casi irreal ese trato en este escenario. Me ha indicado donde estaba la habitación, me ha dado la llave y me ha pedido, casi sonrojada, que debía pagar por adelantado. Me ha pasado una toalla, que jamás usaré y le he dado las buenas noches. Ahora miro por la ventana este pueblo desagradable y unas luces que no iluminan nada, salvo un asfalto algo deteriorado un silencio que resulta molesto. A traves de la puerta puedo oir el sonido de la televisión que está viendo la chica amable, parece un concurso o algo parecido. LA televisión es extraña pero mas en este pais. He sacado el libro de la mochila y he tratado de leer, pero me resulta dificil. Es como si esta atmosfera trajera consigo un algo que no termina de dejarme realajado. Me siento incomodo por algo que no soy capaz de definir. Por eso anoto en el diario....


Ha sonado la puerta, era la chica. Me ha pedido muy sonrojada, que si la podia dar un cigarrillo, que perdonara la molestia que no quería ser maleducada pero que tenia unas ganas enormes de fumar y que no podia ir hasta la gasolinera a comprar tabaco y dejar sola la recepción, luego ha dicho con desprecio que el dueño es un imbecil que no quiere vender tabaco. Le he dicho que si, y que bajaria con ella a la puerta para fumar, único sitio donde se puede fumar en este hostal deplorable. Hemos permanecido callados mirando el suelo y las cenizas y la punta del cigarro quemandose con lentitud. Hace calor, Ella ha tratado de romper el silencio, ha dicho algo que no he terminado de comprender, hay frases de esta zona del pais que no soy capaz de traducir y lo que ella ha dicho era una de esas expresiones incomprensibles para un extranjero. He sonreido y ella también. Ella ha apagado el cigarrillo y ha mirado a la carretera y con humor ha dicho,:"Creo que ya no vendra nadie mas a casa", en ese momento me he dado cuenta que yo era el único huesped en esa mansión del antilujo, he sonreido y ratificado: "Si, no parece que vaya a venir nadie mas". Hemos cruzado la puerta y sabiendo que no podría dormir le he dicho sino tendría unas cuántas cervezas que quería leer un buen rato. Me ha sacado un pack de seis cervezas de la marca que menos me gusta de aquí, pero las he cogido y me he despedido. Ahora, mientras tomo una de esas cervezas pienso en esta situación irreal, el huesped único en este hostal desangelado....

Sonó de nuevo la puerta. Era la chica. No niego que un golpe de nervios me golpeo brevemente el pecho. SIn reparos me ha dicho que si podía tomar una de esas cervezas conmigo. Yo he evitado los rodeos. Este viaje estaba teniendo de todo menos sexo, así que he obviado el paso de las cervezas y me he lanzado a su boca como un pez a un gusano del que no sabe que viene enganchado en un anzuelo. Nos hemos besado con cierto frenesí, ese frenesí que sino se acepta visto con frialdad tiene a veces algo de absurdo. En este caso me he dejado llevar, la chica también. Nos hemos lanzado al colchón y en este caso sus huecos me han parecido hasta agradables. He descubierto que además de su carqa bonita tras esa ropa poco acertada se escondia un cuerpo muy deseable. La piel me ha parecido tan suave que era casi una ofensa que esa piel habitara en ese pueblo, esa cama no merecia ese tacto. Durante unos minutos creo que he sentido, como tantas veces, que amamaba a esa chica como nunca habia amado a nadie y en eso estaba casi confesandole ese arrebato cuando un portazo me ha devuelto a la realiad de ese pueblo. Un tipo de unos 140 kilos y dos cinco de altura se ha quedado mirandonos desde la puerta como el que acaba de descubrir que no hay vida después de la muerte. Yo no me caracterizo por ser un valiente y he pensado la máxima del cobarde "Salvese quien pueda". He cogido como bien he podido la mochila y mis cosas y he saltado por la ventana desnudo. Me he montado en el coche y he arrancado. Ahora son las cuatro y media de la mañana, estoy parado en un arcen de un punto que trato de indentificar en el mapa. Escribo esto con los nervios algo diluidos ya y por supuesto vestido. Jamás, jamás escribo este diario desnudo. Hay cosas que no me permito.

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