jueves, agosto 21, 2008

Escapista

Se cortó el pelo, cambió su forma de vestir y a partir de ese instante comenzó o intentó comenzar una nueva vida. Evidentemente las nuevas vidas no existen. Nada cambió salvo esos detalles y decidió cambiar de ciudad. En la nueva ciudad se sintió nuevo durante algún tiempo, como si de alguna manera las ciudades nos cambiaran la piel. Fue un desconocido en aquellas calles y disfrutaba de ese doble anonimato que nos dan las ciudades en las que somos absolutos desconocidos para todos sus habitantes. Alquiló una habitación en una pensión del centro, trató de no ser muy amigable, sino simplemente educado con la gente de la pensión. Lo logró. Así pasó los tres primeros meses y cuandod escubrió que lentamente iba perdiendo esa invisibilidad que da el anonimato decidió cambiar nuevamente de ciudad, se fue aún mas lejos, a una ciudad elegida casi al azar en un atlas en la biblioteca pública. Compró un billete y allí se fue. En la nueva ciudad se sintió nuevamente anónimo, pero además el ser un absoluto desconocedor de aquel idioma multiplicaba considerablemente esa invisibilidad. Alquiló una habitación en otra pensión, esta, y eso lo pensó inmediatamente, era mas agradable que la anterior, la de la ciudad de la que se acababa de ir. Se acomodó, fue descubriendo las calles de esa nueva ciduad a la que decidió viajar y vivr sin plano, sin ninguna referenci, quería descubrir cada calle, cada trazo, cada peculiardiad por sus propios ojos, pensó que esa tarea era hermosa y le otorgaba cierto aire de descubridor. Esa ciudad de la que apenas conocía el nombre era un enigma absoluto, un enigma que el descubriria a la vez, eso lo sospechaba, que su anonimato iría desapareciendo, sabía que ese anonimato reciproco iria desapareciendo de manera paralela, equitativa y que ambos ciudad y persona se irian descubriendo a la vez. Cuatro meses después los trucos estaban descubiertos, los escondites, las esquinas, las peculiaridades se iban transformando en normalidad, en cotidiano, en habitual. Se fue, se fue a un sitio, si cabe, mas lejano, mas enigmático, mas ajeno. Alquiló una cabaña en un lugar recondito, vivía rodeado de naturaleza, de selva, cubierto por una nueva forma de vida que estaba dispuesto a aceptar, Así lo decidió hasta que en una camino de arena una chica que venía a lo lejos, en dirección contraria le miró y sonrió, era ella, ella otra vez, ella de nuevo, ella siempre...

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