miércoles, abril 11, 2007

Sorel dramaturgo

Sorel se sentó aquella tarde frente a mi, no saludó. Se pidió una cerveza, permaneció callado y unos cuantos minutos después me comentó, algo agitado, el argumento para una extrañisima obra teatral.

Basicamente es esto, me dice bebiendo con rapidez y fumando profundamante, como si cada aspiración de humo fuera la ultima de su vida: Hay dos personas en la habitación de un Hotel, uno de ellos es un cantante de reputación, un músico de culto, uno de esos músicos afamados dentro de circuitos mas reducidos, accesible para oyentes de una determinada franja social preocupados por otras tendencias, otros estilos. La otra persona es un crítico músical de una de esas revistas que cubren esas músicas, esos estilos musicales menos populares. El músico acaba de publicar disco, ha recibido buenisimas críticas. El crítico no soporta los registros, el tono algo grandilocuente de sus letras, la falsa simplicidad de su música, pero reconoce el mérito de una carrera bien trabajada, muy pulida. La entrevista avanza en un tono cordial. EL crítico hace un par de preguntas algo incomodas y las introduce con ciertas reflexiones con las que el músico no esta de acuerdo, hay cordialidad, si, pero la tensión navega por debajo, en un plano invisible pero muy perceptible.La entrevista esta llegando al final. De repente la luz se va en todo el edificio. Algo extraño sucede, el crítico, que ya estaba apunto de irse, no logra abrir la puerta por que es electrica. Sucede entonces el dialogo largo y profundo de un crítico y un músico frente a frente, en la vertiginosa oscuridad de la habitación.

Miré a Sorel, le pagué la cerveza, me fumé un cigarrillo con él y pensé que nadie, jamas, llevaría ese argumento a escena. No se lo dije. Nunca se lo dije, pero así fue.

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