jueves, diciembre 14, 2006

Silbidos

Silbo y siento distancia de mi silbido. Un cumulo de aire, un amago de viento que lleva una nota algo imprecisa, que se tambalea y se diluye en seguida. Hay algo especial en silbar, en el fondo va asociado a una extraña y momentanea sensación de alegria, un momento en que todo se vuelve liviano, leve como el viento que sale de tu boca para formar esa hilera de sonidos que son una melodia, en muchos casos inventada.

El otro dia, en una estación del Metro de Londres, mientras haciamos un trasbordo, comenzamos a oir un silbido lejano, perfecto. Un silbido realmente bien hecho, lo que no suele ocurrir. Recordaba a esas escenas de dibujos animados en las que un olor llega hasta el protagonista d ela historia, lo hipnotiza y lo traslada, ajeno a sus intenciones, hasta el lugar donde se produce. Algo así nos pasó. Oiamos esa melodia y nos dirigiamos hasta aquel sonido sin ser conscientes de que estabamos hipnotizados, poseiaod por esas notas. Al final de un tramo de escaleras, un hombre ciego, grande, de mediana edad, silbaba al frente. Aquella melodia es una de las melodias mas tristes, pero mas emocionantes que he oido en mi vida.

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