martes, diciembre 26, 2006

El último metro

Pasada la media noche y en un dia como ese era extraño viajar en el metro, hay situaciones que recalcan la soledad. Esperé en el anden, mirando con impaciencia el reloj que, cuenta atrás, va marcando los minutos que le quedan al siguiente tren por llegar. Miré la oscuridad del tunel a ambos lados, imaginé paseando por ahí dentro y durante unos segundos tuve tenatcion de hacerlo realmente. Vi los focos rompiendo la oscuridad a lo lejos, acercandose. Según entraba en la estación, miré al conductor, seguramente nada contento de trabajar esa noche y volví a sentir ese mareo extraño. Se abrió la puerta y entré, solo una persona dentro. Escogí entre el resto de asientos libres que eran todos menos el de mi único acompañante. Miré mi reflejo y ví que tenía mala cara, volví a sentir el mareo, esta vez mas fuerte, me acurruqué en el asiento. El hombre me miró fijamente, me sentí incomodo. Seguí sientiendo su mirada fija en mi, pero yo no miré. Miré, eso si, de nuevo mi reflejo. Bajé la mirada al suelo, y de nuevo, cuidadosamente, miré al hombre y ví que me miraba. El tren avanzaba, se paró en cada una de las estaciones, el no bajaba, nadie entraba. Me sentí mas mareado, mas debil, pero tambien tenso, ese hombre me asustaba. Me planteé bajarme en la siguiente estación pero sorprendentemente el tren no paró, el hombre se levantó despacio, mire su reflejo y las paredes del tunel pasar al otro lado del cristal. Sentí su mirada como una navaja, sentí el mareo. Vi otra estación pasar de largo, otra estación y otra y el hombre que me miraba fijamente y que se acercaba, y el tunel y otra estación que pasaba de largo al otro lado del cristal. Vi mi reflejo y vi que ya no estaba, que no me reflejaba.... Aun estoy deseando despertarme de este sueño

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