martes, diciembre 05, 2006

El móvil

Todo crimén tiene un móvil (Esta frase es conveniente leerla con una taza de café muy grande mientras se camina por un largo pasillo, con tono serio y dirijiendose a tu compañero de aventuras, el Detective Prado, por ponerle un nombre). Entonces tenemos y aseguramos que todo crimen tiene un móvil y este mas que otros.

Tenemos que el culpable sale de su casa cerca de las nueve de la mañana, coge un taxi en Alberto Alcocer dirección aeropuerto, terminal 2. Con el taxi ya en marcha, avanzando por las calles algo atascadas de la ciudad, revisa su pasaporte y los dos billetes de avión con destino Caracas. Abre el maletín y pregunta al conductor si puede bajar la ventanilla, a pesar del frio se excusa hablando de las prisas y esas carreras que le han dado calor. Con la ventanilla ya bajada apoya la mano y deja caer con precisión hacía el hueco de una alcantarilla el ultimo rastro, la útlima huella del crimen. Sube la ventanilla y con educación pregunta por algun tema de actualidad, el taxista, despistado ya no recordará el episodio de la ventanilla. Se acalora hablando del gobierno y el culpable le da la razón para animarle en ese acaloramiento que despistará para siempre, cualquier actitud sospechosa que el no esté previniendo. Llega al aeropuerto, paga y se baja. Traspasa la puerta de entrada a la terminal 2, cruza una mirada con una atractiva joven que pasa a su lado (Hay insitintos mas fuertes que el temor de la huida), sigue caminando y llega a la cola pàra facturar, aparece ella, se besan sin llamar la atención, conteniendo la pasión que ambos desean desatar una vez aterricen allí, en Maiquetía. Ella pregunta algo nerviosa que tal fue todo y el disimuladamente contesta que cuando facturen, con una cerveza en la mano, se lo cuenta todo. Se suceden los tramites del aeropuerto y todo sale sin sobresaltos. Presentan los pasaportes, pasan los equipajes de mano y cruzan el control sin problemas, entran en la zona de embarque, ella se encapricha con un perfume del Duty Free y el absolutamente relajado se la compra, la mira y le dice que se sienten en esa cafeteria, hay poca gente y ahí desmenuzará el crimen, ella dice que si algo tensa, en el fondo desearía no oirlo pero el necesita expresarlo. Mira la hora en el móvil y se lo guarda en el pantalón, se sientan. Ella aguanta la descrpción de cada acto, a veces cierra los ojos, hace preguntas entre asustada y curiosa, el va contestando. Es justo ahí, en ese instante, donde esta siendo descubierto. El crimen es perfecto, no hay ni un solo rastro que hubiese conducido a el, jamás. Solo el error de no bloquear su móvil lo delata, lo autodelata. El mismo ha narrado todo el crimen a alguien que lo ha ido oyendo al otro lado del telefono que sin el darse cuenta había llamado justo al sentarse. Eso el aún no lo sabe cuando veinte minutos despues Prado y Viduka lo detienen en la puerta de un avión de Iberia en la pista de barajas y sonrientes y casi a coro le recuerden que "Todo crimen tiene un móvil"

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buena historia... supongo que en estos tiempos deberíamos aprender a apagar el móvil más a menudo.

Sí, la de la foto soy yo :)
besines
^^

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