sábado, abril 25, 2020

Vigilancia

Durante mucho tiempo escribía sueños e incluso escribía sobre sueños inventados (al teclear inventados, he escrito por error invitados: sueños invitados me ha parecido un bonito hallazgo), de repente escribir sobre sueños me pareció una idiotez, como también me pasa muchas veces hablando: precisamente lo que hace una experiencia incalificable al sueño es la parte que no se atrapa verbalmente. Si yo sueño que veo una vaca en el baño la imagen es potente, pero se queda en eso, en una imagen más o menos delicada, atractiva o potente, pero lo que en el sueño ha podido hacer de esa imagen algo especial es la bruma de extraña coherencia, que solo viviendo el sueño comprendes, tiene esa imagen. Así que desde hace algún tiempo hablar o escribir de sueños me parece un acto inútil por insuficiente y porque, salvo en ocasiones muy precisas, el interlocutor difícilmente puede empatizar del todo con ello. Y si recurro al sueño es porque leo y se comenta, que los sueños en el confinamiento están siendo, en general, muy intensos, muy extraños y llenos de simbología. Yo he soñado mucho y siempre bajo una extrañeza muy intensa en el confinamiento, pero sobre todo esta semana, lo que me llama más la atención es que estoy teniendo sueños donde se ha instalado en la normalidad estados de absoluto control. En varios sueños me han enseñado videos en los que salgo yo haciendo actividades rutinarias y me ponen multas por actitudes absolutamente normales: "¿Qué hacía usted subiendo a un coche en Ponferrada este día de abril?" y todo mientras me enseñan un video donde se me ve subiendo al coche de mi viejo en un parking abierto en Ponferrada. También he soñado que vamos los cuatro a visitar a amigos y cuando entramos en las casas y empezamos a charlar aparece la policía para prohibir la reunión. 

 No estoy en modo conspirador prediciendo el mundo al que vamos, he llegado a un punto con esta pandemia en la que me cuesta vislumbrar un mínimo las diferentes posibilidades hacia las que puede ir nuestro mundo. Soy incapaz de ver cómo será la salida de este extraño acontecimiento mundial. Pero sí me llama la atención como la sensación de control y vigilancia  se ha ido colando en el subconsciente. No sé si vamos a mundo más totalitario o un mundo de caos,  no lo descarto, com tampoco descarto un mundo prácticamente idéntico al que dejamos el día que nos encerramos en casa. Empiezo a no descartar nada y me empieza a faltar imaginación para prefigurar ese mundo después de la Pandemia. Pero el encierro si lleva a tu subscosnciente a sentirse vigilado, observado. Quizá se revela silentemente o acepta, quién sabe, saberse obediente.

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