martes, abril 21, 2020

Match point

 Hay un partido de tenis entre dos pensamientos que se mueven, creo que en muchísimas cabezas, estos días. Es un peloteo largo, en el que ambos pensamientos juegan a las líneas, un punto épico de partido de tierra batida. Uno es el primer pensamiento, el que está en la primera capa de la percepción, en lo que brota sin matices, en lo que se suele tener menos fe: el catastrofista, el histerico, el caótico: ¡estamos en el fin del mundo! El otro es el más sosegado, más pausado, y parece más maduro, más racional: la humanidad ha pasaso miles de veces por algo así: ni siquiera somos lo nuevo en esto. Simplemente en nuestro permanente aislamiento de lo real, habíamos olvidado que la vida era esto: batallar contra todo lo que habita en la tierra. Y que simplemente de esto se trataba la vida en la tierra. Y en esas dos líneas basas tu día a dia de encierro. Hay horas, muchas horas que simplemente te has adaptado a esta batalla quieta que le hacemos al virus como extraños soldados de una guerra invisible. Te sientes un soldado en ese ejercito loco: el batallón de los pijamas. Hay otras horas, distintas, en las que la incertudmbre abre su boquete y se instala en signo de interrogación en medio de tu cara, interrumpido a ratos por el de exclamación: ¡La humanidad está a punto de extinguirse! ¿Qué va a ser de nosotros?Ya ni siqueira le doy valor o trato de comprender a ninguno de los dos jugadores del partido de tenis, simplemente les veo jugar. Se pasan la pelota y yo muevo la cabeza de un lado al otro, como el juez de silla. No tengo predilección por ninguno de los jugadores: no voy por ninguno. Veo al catastrofista soltar drives cruzados y le miro. Sigo la pelota, que supongo que es el pensamiento, y veo como el otro, el pausado espera, se coloca y suelta un golpe profundo. Les dejo pelotear. No es mi función ya esperar un resultado, simplemente esperar que haya un día que diga: juego, set y partido. Y sepamos, por fin, quién ganó.

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