lunes, abril 20, 2020

Fragilidades

La vieja es una mujer dura, con una fortaleza mental admirable, pero como toda gente fuerte, tiene determinadas fugas, zonas de fragilidad por donde está el punto de fisura de esa fuerza. En general creo que la psicología humana tiende a ese equilibrio: zonas mentales muy robustas, descompensadas con puntos muy debilitados, frágiles. Algo como lo que sucede en todo deportista, que se quiebra en algún punto preciso porque los músculos, en algún lado, descompensan sus fuerzas y sobrecargan zonas que tienden a ceder. La vida la ha puesto en una situación peculiar para llevar esta situación. Todo el confinamiento parece casi una prueba, casi un ejercicio psicológico para enfrentar e ir debilitando su zona frágil. La vieja hace el esfuerzo y medita sobre su vida. Recurre a todos sus trucos para aguantar. Hay algo que me llama la atención de la vieja: tiende al caos y no es una persona de pensamiento muy estructurado, sin embargo, como la vida la ha llevado a situaciones psicologicamente complejas muchas veces, tiene toda una estructura trabajada para no caer en la depresión. Conoce su posibilidad de quiebre y estructura todo su pensamiento para no ceder. Porque mi madre tiene miedo a ceder, al quiebre. Supongo que todos lo tenemos, pero en mi vieja es acentuado su miedo a ceder. Cuando se sufre un proceso de encierro prolongado: confinamiento, hospitalización, enfermedad en casa, la mente te suele revelar cuál es tu deseo más honesto. No esos apetitos del capricho, sino los deseos más puros, por llamarlos de algún modo. En este encierro prolongado, por ejemplo mi hija D, ha confesado varias veces que lo que quiere hacer cuando esto termine es ir al parque de El Retiro en bicicleta. La vieja dice cada vez con más frecuencia que cuando todo esto termine quiere ir a dar un paseo por una zona de la Casa de Campo idonea para caminar. Supongo que es nuestra forma más pura y honesta de libertad o de tranquilidad o de normalidad, entiendiendo como normalidad, la cosa esencial que le da sentido a nuestra vida. Espero que no pasen muchos días hasta que D pueda ir en bicicleta al Retiro y la vieja pueda caminar sola y a buen ritmo por la Casa de Campo.

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