jueves, abril 23, 2020

Cursi

Creo que en un porcentaje altísimo de la población, el confinamiento despierta el lado más sensible, más cursi, si cabe. Echo de menos abrazar a gente. He llegado a imaginar encontrarme con amigos y abrazarlos. No un abrazo épico, no. Echo de menos el abrazo como saludo, un abrazo sin aspavientos. El abrazo de la cotidianidad, el abrazo que sustituye al choque de manos o a los dos besos. Supongo que hay gustos y preferencias para todo, pero a mi el saludo que más me gusta es ese, el abrazo sin fuerza, suave, casi inconsciente. Supongo que estos acontecimientos te llevan a esas cosas. No lo digo con moralina o como gran revelación. Si algo pasa con estas cosas es que te lleva a lo esencial. No echas de menos viajar o aventuras vibrantes. Echas de menos ir a comer con tu madre, tomarte una birra con tu hermano pasear por el retiro con tus hijas. Los días más bonitos de tus días no suceden en la vibración, suceden en la normalidad. Uno de los días más bonitos de mi vida, fue hace un par de años que un martes por la tarde me fui con mis hijas al Retiro, caminamos, hacía buenísimo y fuimos hasta La Rosaleda. Yo me senté y las miraba a cada una fantaseando a solas en el jardín. No sé muy bien que imaginaban, se escondían en esa especie de laberinto de flores, se movían sin mucho orden. Cada una iba de un lado a otro, creo que a ratos venían a decirme algo, creo que sobre los diferentes colores de las rosas. Empezó a caer la tarde y empezamos a caminar para volver a casa. Había gente patinando, ciclistas y corredores, había parejas pajareando en el césped, había grupos de gente haciendo ejercicios orientales y tipos hipertensos musculados haciendo abdominales. Si tuviera que resumir mi paso por la tierra, por la vida, diría que ese día fue un buen resumen de la vida o de lo mejor de la vida.

No hay comentarios.:

Mi lista de blogs

Afuera