miércoles, abril 15, 2020

Miedo

No nos hará mejores la pandemia, no nos dará ninguna lección. Como mucho seguiremos igual, pero en los últimos días, que me ha invadido un pesimismos que hacía años que no sentía, tiendo a pensar que el ser humano sale tocado de esto: a peor. El ser humano sale debilitado, asustado, muy vulnerable y siendo una de las especies cuyo miedo es de los mas nocivo, tiendo a pensar, en estas dos o tres jornadas de pesimismo, que esta vulnerabilidad se instalará, y que se instalará la supervivencia del animal asustado, vulnerable. A ratos se me pasa. Me muevo en dos zonas. Un sosiego nuevo, una forma de sosiego que no conocía de mi mismo y un pesimismo que tiende a crecer. Pero todo esto no son más que elucubraciones, pensamientos de un ciudadano cualquiera en sus días de confinamiento. Lo que sí me aterra, en algo menos trascendente, pero sí más actual, es la forma deleznable en que actúa el poder mediático y político de la derecha en este país. No lo entiendo. Incluso siento un fuerte sentimiento de intransigencia y de rechazo, no sólo a ellos, sino a sus votantes. Nunca me había pasado sentir ese rechazo, esa intolerancia. De hecho me niego el sentimiento,  no quiero sentirlo, pero ahí permanece y me cuesta dominarlo. Hay momentos que pienso que no quiero convivir con esos salvajes, con esos descerebrados, con esos seres del inframundo. Durante años he tratado de entender lo que motivaba a cada votante, la opinión de cada uno. He escuchado toda mi vida opiniones que me perturbaban y hacia el ejercicio de comprender, qué había de fondo, por qué una persona pensaba eso y yo pensaba tan distinto. A veces te das cuenta que todos tenemos una distorsión en el pensamiento: confundimos ideas con emociones y los prejuicios. Nuestras ideas son algo casi amorfo, nada concreto, casi un reflejo condicionado, que no siempre entendemos. Pero estos días no puedo hacer el ejercicio. Me genera tal rechazo las cosas que oigo que ni siquiera hago el esfuerzo de entender: el rechazo, como esas ideas que todos tenemos no meditadas, me sale como un impulso. Me asusta, porque es otra forma abismal de intolerancia, pero es aterrador lo que se escucha, cómo se actúa, lo que se lee. La nausea, el asco, el horror. Todo esto parece una forma nueva de sociedad. Tendemos hablar de fascismos, y no me cabe duda de que comparten formas muy similares, pero esto es nuevo, esto es una forma más desquiciada de sentimiento colectivo. Es el odio como respuesta. Pero una forma de odio nueva. Un odio menos obvio, incluso menos visiblemente violento, pero más profundo. Un odio que junta el odio histórico con una forma de odio que no se sabe aún muy bien de dónde sale. Un odio que les hace sentirse orgullosos y que arrasa. Y con ellos, rodeado de ellos, estaremos cuando empecemos a entrar en el mundo nuevo y desconcertante que se abre ante nosotros. Con ellos hay que construir. Y hay un sentimiento de rechazo muy profundo en mí: no quiero convivir con ellos. Me dan miedo.

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