jueves, febrero 02, 2012

Antes de grabar

 En la vieja canción encuentro, de repente, los vicios, los defectos, las trampas. Cuando la veo ahora, descubro las cosas que se dan por hecho. En esas cosas están los futuras recriminaciones. Es curioso, pero una canción tiene mucho de reflejo o sobre todo es un reflejo. Cuando se empieza a construir hay una esencia que, generalmente, por los vicios, se va enterrando. Creo que es la primera vez que veo esto con absoluta nitidez y que lo percibo. Nació velozmente, porque esas cosas que vienen de dentro nacen sin ninguna dificultad. Los acordes nacieron una mañana, tocaba la guitarra sentado en la cama de la habitación, entraba una luz clara y era un buen día. Toqué con fuerza, casi como si alguien me fuera dictando lo que venía después. Aporreaba la guitarra casi como si fuera un instrumento de percusión. Le daba golpes, no la tocaba. El tres por cuatro y los acordes mayores le daban dulzura a esa intensidad. La canción fue creciendo, o decreciendo, en el local. Se comprendió la explosividad, pero se trasladaba a esa explosividad evidente del rock. Uno de los aciertos originales era tocarla con guitarra española. Cuando golpeas una guitarra española hay más explosividad que dando guitarrazos a una eléctrica distorsionada. La letra, paralelamente, hablaba de alguien que se impone un destino sabiendo de antemano que es contrario a su opinión y a su forma de ser.  Hay, no obstante, algo de celebración. Es una boda en la que uno de los dos de la pareja no creee. Ve la fiesta, ve la celebración a su alrededor sabiendo que aceptó sin creer, en el fondo, en ese amor, y por supuesto en la celebración. Asume el protocolo y lo acata. Su negación es interna, de la sonrisa hacia dentro. Hay bullicio alrededor.

 Hoy, al trabajar sobre aquella vieja canción, pensé: El bajo la estandariza, la hace común. El ritmo tiene que ser más brutal, porque brutal es lo que habita en la cabeza del protagonista en medio de la celebración. Todos beben y brindan por él y él no cree en eso por lo que se brinda. Hay violencia interior y fiesta y baile en el exterior. Tiene que haber ruido interno. La batería debería marcar con ira, una ira creciente contra el destino autoimpuesto. La melodía vocal debe ser narrativa, es la voz interna que se impone y que a su vez se niega esa realidad.

 Lo idoneo, así escrito, sería:

.- Guitarra española tocada con cierta violencia, los acordes

.- Guitarra eléctrica ruido de fondo, violencia interior

.- Voz narrativa, el pensamiento que narra lo que sucede

.- Bateria la ira, el ritmo biológico del cuerpo del protagonista

.- Coros que nos muestran las voces de los otros, los que festejan.

 Probemos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta. Me gusta mucho.

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