viernes, julio 08, 2011

El otro, el mismo.

Fui más joven. Fui más inseguro y algo más incauto. Fui menos feliz y más eufórico. Fui igual de emocional. Fui menos experto y menos modesto. Fui más salvaje y más primitivo. Fui más libre y estaba igual de atado a los sentimientos. No había sosiego. Había menos indecisiones. Había más empatía y menos distancia. Fui menos misántropo y más asocial. Fui más irreflexivo y más valiente. Fui más egocéntrico y me importaba menos yo mismo. Fui fumador. Bebía más. Había menos reglas. Fui algo más idealista, pero igual de melancólico. Fui hijo, ahora soy padre. Fui menos huraño. Había visto menos horrores, menos dolores, menos muertes, pero jamás había visto a mi hija, lo que significa que no había visto o no había comprendido el sentido absoluto y total del amor, tampoco de la vida.


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