sábado, agosto 21, 2010

Un viajero del XXI en el XIX

¡Joder! ¡Estoy en el siglo XIX! pero, ¿cómo coño he llegado aquí? Descartada la opción de sueño, la duda es saber como estoy aquí, en que momento me he perdido en otro siglo. ¿Cuándo parpadeé y aparecí en este callejón frío con este olor irreconocible? Por que de momento esa es la característica más llamativa en este salto secular, esta diferencia en el olfato. El Siglo XIX huele más fuerte. Este callejón por el que transito en una madrugada de un mes frío que transcurrió hace tantos años, huele a ciudad sucia, a poco progreso, a cañerías de tercera división. Lo otro, lo otro es previsible, el impacto visual es tolerable, pero nadie nos había hablado de que las ciudades olían de otro modo y los suelos estaban mucho más sucios. Lleno de restos de comida esparcidos anárquicamente por el suelo. Pero me debo concentrar en otras cosas, olvidemos los olores. Lo siguiente es saber como he saltado aquí, donde pisé para caer siglo y medio atrás. Piso estos adoquines lejanos de mi tiempo, antes de que sucedan todas las cosas que me llevan a mi a ser. Soy sin ser, porque estoy cuando nada de lo que me hizo ha sucedido aún. He parpadeado en algún instante en aquel bar, cuando sorbía cerveza y he aparecido tanto tiempo antes. Y no lo niego, lo de saltar en el tiempo podría tener su gracia, pero solía creer que el viaje en el tiempo sucedería con cierta preparación, no sin aviso previo. De saberlo hubiera preparado todo, me hubiera traído ropa adecuada, hubiera leído libros de la época para instruirme bien, saber a que atenerme. A todos nos gusta viajar sabiendo donde dormiremos y como será el sitio donde se llega, pero viajar así, sin preparación es incómodo y complica las cosas. Sin sitio donde dormir, en mitad de la madrugada, con el frío en el cuerpo y este olor en la calle. No me imagino, por ejemplo, la misma situación en la vida diaria. Estar trabajando y aparecer en Viena, rodeado de turistas. Eso no sucede, entonces ¿Por qué tiene que suceder el viaje en el tiempo sin avisar, sin haber comprado billete? ¿Por qué he sido yo elegido para aparecer en el siglo XIX? Por que puestos a viajar y ser el elegido yo hubiera escogido otra época, me hubiera gustado ser consultado al respecto. Hay otras que a mi me atraen más o incluso dentro de esta época, en mitad del diecinueve hubiera escogido otras situaciones geográficas, no aquí, en mitad de esta ciudad. Bien pensado, si, mitad del siglo diecinueve está bien, no es mala época que conocer, pero aquí, en este callejón inmundo. Por favor, que uno tiene una categoría, una clase. A mi, insisto, no me gusta como huele esto. Este olor a cañería, este cutrerío. Esta poca evolución. Estas incomodidades. Si por mi fuera, si de mi dependiera yo me volvía ahora mismo al dos mil diez, pero insisto en que no se como, ni el motivo de haber aparecido en este callejón de mala muerte en mitad del siglo XIX.

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