domingo, agosto 15, 2010

Un verano universal

Nunca me había dado por hacer esto, pero llegados a este punto hay que hacerlo. Lo primero es casi un asunto filosófico. ¿Cómo miramos algo que hemos realizado durante muchas horas, muchos días seguidos? ¿Cómo lo analizamos sabiendo que lo más posible es que en nuestro análisis haya desgaste, que no haya ni un resquicio de objetividad y todo, en la escucha, se inunde de nuestra percepción alterada? Esas diez canciones las he escuchado hasta el hastío. He escuchado hasta el cansancio cada una de sus partes por separado. Y ahora las escucho después de varios procesos, metidas en el iPod y siento algo parecido a la insatisfacción. No las reconozco o las reconozco pero distintas, son y no son. Como cuando veías a una novia algunos meses después de haberlo dejado. Ella había cambiado su corte de pelo, llevaba una ropa que ya no reconocías, era la chica con la que habías hecho el amor en unas escaleras de un edificio pero ya no era ella o no había aquella línea invisible que te unía a ella.

Las oigo y las veo vacías. Ausentes de alma. Primero he tenido una reacción parecida a la rabia. He recordado el proceso previo y durante unos minutos me he sentido engañado. En una grabación, más en esta, al final tu criterio se diluye con otros criterios. Si algo no me atrae en esa escucha es su excesiva limpieza, su excesiva perfección técnica, que es, por otro lado, algo que yo no compartía. Esa limpieza aniquila de algún modo el espíritu menos conformista que tenían esas canciones. Todo esta ordenado, pero tiene ese orden de esas casas en las que nunca te sientes liberado, cómodo. Se necesita orden, limpieza pero como en las casas, ese orden necesita de esos elementos que se desordenan con la vida diaria. Un libro mal colocado encima de una mesa, una almohada arrugada encima del sofá. Ese desorden oculto que va creciendo y que humaniza un hogar. Si algo me aterra en esta escucha es haber perdido la esencia y algo de esa esencia, de ese caos amable, de ese algo indomable, objetivamente, se ha perdido.

¿Y donde nace esa ausencia de espiritu? Hay algo en el proceso que nos ha aniquilado. Se ha perdido esa liberación. Tocar esas canciones en el local tenía mucho de exorcismo, de liberación. Cuando terminabas de tocarlas eras un poco mejor persona, estabas más nivelado, más ligero. No encuentro eso en esa grabación. No lo veo. Oigo su esencia si. Sus melodías trabajadas, sus cambios, sus crecendos, pero las veo, las pongo frente al espejo y lo que hay reflejado está envejecido, desanimado, ordenado, limpio si, pero con la ausencia de vida que tienen las casas deshabitadas.

¿Estamos a tiempo? Que el tiempo dicte sentencia.

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