lunes, agosto 02, 2010

Luca

Podría leerse como un asunto de venganza con Luca, pero no es así. No hubo en ningún momento deseo tal. Es cierto que las circunstancias, los parecidos de ambos actos pasados tantos años pueden resultar tan semejantes que se podría confundir con la venganza, pero juro que no fue así. Lo de Luca lo olvidé rápido, su globo de agua contra mi cuerpo, aquel sentimiento de ridiculo memorable; como si mi pantalón, por detrás, no tuviera agua, sino pis, como si delante de aquella chica hermosa e inolvidable mi vejiga me hubiera jugado una mala pasada. El globo de agua que Luca usó para mi propio ridículo fue algo que olvidé como se van olvidando tantas cosas de la adolescencia, como olvidé, casi, al mismo Luca. Luca y sus grandes éxitos. Apuesto jovenzuelo. Atlético muchacho. Luego crecí, supongo que las vidas se van definiendo y Luca y yo dejamos de vernos, como dejé de ver a aquella muchacha y a todos los del edificio. Viajé, trabajé y me convertí en esta cosa que soy ahora y que, como cada vida, es bastante indefinible. De vez en cuando, cada un tiempo inconstante me encontraba con alguien. Saltaban nombres, caras de la adolescencia que se habían ido desfigurando, modificando, variando de acuerdo a una genética insaciable, la vida es el lento camino a parecerte a tu padre o a lo que no quieres parecerte de tu padre. Luca llegaba como un nombre en la lejanía. Luca, me decían en aquellos encuentros casuales y esporádicos, se había hecho monitor de gimnasio, Luca tenía unos biceps del ancho de una autopista, Luca tenía el pecho marcado, el abdomen de Luca era definido y tremendo. Luca era un cuerpo repleto de músculos que soy incapaz de concebir en el mío. Eso me decían, Luca era músculo, anabolizantes, sesiones de pesas y gimnasio, salía en revistas especializadas, portada campeón de no se que tipo de concursos. Eso era lo que me llegaba de Luca, una imagen cubierta de biceps y músculos, tejidos en constante crecendo. No hubo, pues, venganza; aunque lo parezca. Jamás me jugaría el físico con semejante mole. Me lo crucé por azar, le vi venir a lo lejos, deformado o siendo aquel muchacho pero hinchado por una aire invisible, un aire que había inflado hasta la locura a aquel adolescente que yo recordaba. Le vi venir, masa infinita de músculos, que seguro yo no tengo. Y si, es cierto, yo tambiñen recordé aquella tarde, el globo de agua explotando en mi culo, empapando mis pantalones, la humillación y el rencor de aquel acto emergieron viendo a aquella figura rara, tan definida y marcada que resultaba amorfa. Es verdad que lo recordé, pero no hubo venganza. Yo sólo quise saludar y lancé mi mano, como siempre hago, como cada vez que quiero ser amable, a ese brazo. Un acto gestual con el que se pretende ser cercano, cariñoso. Y mi mano se apoyó en aquel hombro inmenso, inflado y como aquel globo de agua explotó y, como aquel globo todo se fue deshinchando en Luca, casi en cámara lenta. No fue venganza. No lo fue. Lo que vi fue el aire, los tejidos, la basura, las hormonas del mundo, los deshechos de una musculatura imposible. Luca desinflándose como globo lleno de agua. Todos los músculos, todos anabolizantes, esteroides, de este mundo desmoronándose, toda la mierda y la hinchazón de esta vida, de este mundo, de esta sociedad venida a menos.

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