viernes, agosto 13, 2010

Personajes

No me lo tomarán a mal, estoy casi seguro que no me lo tomarán a mal. No es robo y no creo que merezca la pena meterse en un pleito inmenso y molesto de ese terreno escurridizo y loco de los derechos de autor, pero cada mañana siento a varios personajes de novelas de mis autores favoritos y nos ponemos a charlar. Los hago míos. Los manipulo a mi antojo, los entrevisto y termino incluso incluyéndolos en algún texto amontonado en este blog donde se suman textos para terminar restándose los unos con los otros. Creo que el hurto es justificable. No sacaré dinero de ellos, no es mi idea. Mi idea es otra. La literatura no es vida, si no algo que traspasa la vida, que va y vuelve, que está lejos pero dentro. Esos personajes, a su modo, también me pertenecen, también son míos, porque yo los leí, yo les creí, yo les puse la cara que a mi me dio la gana y muchas veces les recreé yo los decorados por donde transitaban sus vaporosas existencias. Que nadie se ofenda; nadie se puede, a estas alturas, irritar porque yo les siente frente a mi mesa y los manipulé en estas extrañas hojas en blanco que son el blog. Yo sólo los invito, los evoco desde algún remoto escondite de mi cabeza donde, según iba leyendo aquella magistral novela, les puse cara, un rostro difuso, semidefinido, entre abstracto y concreto; y les invito a pasear por aquí, a solas, donde nadie nos ve. Son otra forma de amigos invisibles. Les invito a café, aunque jamás acepten. les ofrezco cigarros y la mayoría siempre dicen que si, porque muchos fuman, fuman viciosamente, enfermizamente y charlamos, les voy viendo y los escribo. Los utilizo. Recorro sus rasgos, sus características, su demoledora personalidad que algún autor de renombre les creo con anterioridad. Yo sólo uso eso, su personalidad y luego les coloco aquí, en esta otra forma de literatura que es cada vida, cada mesa, cada salón. Mi vida se formo con ellos,a ellos les debo parte de mi pensamiento, de muchas de mis reflexiones. A ellos les debo experiencia, dolor, risa y algunos paisajes que evoco como si yo los hubiera visto. De esa forma puedo decir que también uso sus ojos, su manera de oler, sus memorias. Son literatura pero también existen, con ellos también se dialoga fuera de ese contexto de hojas y letras. Traspasan el libro y salen fuera. Porque la literatura es eso, no es vida sino algo que la traspasa, que va y vuelve en un viaje gigante. El viaje total.

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