jueves, junio 05, 2008

Tarde en la playa

A media tarde bajé a la playa. Apenas quedaba gente, gente que hacía ejercicio aprovechando la bajada del Sol, el calor suave del atardecer, un par de grupos de chicos que jugueteaban o eran, mas bien, juguetes de las hormonas. Una mujer que caminaba mirando sus pies apoyandose constantes contra la arena húmeda de la orilla y un hombre que miraba sin nostalgia ni tristeza el horizonte donde el mar parece convertirse en una linea donde todo acaba. Me senté en la arena y dibujé al azar un trazo que no recordaba a nada, por que bien visto, los trazos no deben recordar a nada, deben tener su vida propia. Miré ese efecto extraño, siempre impactante por mas que ocurra todos los dias, de la luz tiñendo de unos colores siempre soprendentes las nubes que pasaban por el cielo de manera anárquica pero bajo la misma calma en la que estaba ese instante leve. Entonces no sucedió nada, pero en esa nada se quedó sumido todo durante al menos diez minutos, la mujer se fue perdiendo en la lejanía de la playa, un tipo pasó corriendo sin camiseta mirando al frente como el que debe llegar a un sitio que no existe, el grupo de chicos en el que claramente se iban identificando las atracciones, el tipo que miraba a lo lejos que permancia estático, girando en intervalos desiguales la vista a sitios diferentes, pero casi siempre manteniendo la linea del horizonte en el mar como punto de referencia. Al cabo del rato, miré el trazo que ya no era identico, la arena en un movimiento invisible lo había ido cubriendo, haciendo desaparecer y recordé una canción, la tarareé mentalmente y luego, rompiendo la linea muda de la soledad, comencé a cantarla en alto, suave, a un nivel casi cercano al susurro. Recordé esa canción en otros instantes de mi vida. En un coche con ella, en un viaje perfecto, en una casa con aquel amigo del que hacía años que no sabia nada, en mi casa cualquier tarde de noviembre, en un bar donde pensé que era una de mis canciones favoritas, en concierto, una primavera de años atrás y pensé que mientras la tarareaba todos esos instantes se reunian, como viejos amigos, en esa playa y como el trazo en la arena todos esos instantes se diluian y se juntaban, se fundian con toda la arena, con toda la playa, con toda esa gente, con esos dos chicos que se besaban seguramente por primera vez y el Sol ya casi lo hacía todo de noche y subí hacía la tienda de campaña y tu ya te habías terminado el libro y nos fuimos a tomar una cerveza a un bar que nos había gustado la noche anterior. Y pensé que la felicidad es muy parecida al verano o muy parecida a esa lentitud que da el verano y encendiste un cigarro y vi que el humo se iba hacía arriba y los dos, sin decir nada nos quedamos pensando en la mujer de enfrente, sin saber por que, pero durante mucho rato pensamos en eso.


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