miércoles, junio 25, 2008

Indescifrables

Encendió una vela y apagó todas las luces. Apoyó la vela en la mesilla justo debajo de la imagen de aquella virgen que algunos años antes le habían traido de su pais y comenzó a rezar. Al terminar recorrió el pequeño pasillo hasta la habitación totalmente a oscuras y sintió el vertigo extraño e invisible que siempre sentía en la oscuridad. Dejó las zapatillas bajo la cama y se metió bajo el edredón. Dió la primera vuelta y supo que esa noche tampoco iba a dormir. Cerró los ojos y pensó en cosas que estuvieran algo mas lejos, pero de la casa de abajo comenzaron a llegar, como muchas otras noches, los suspiros de la pareja que vivía ahí. Por esa cosa de no querer oir y no dejar de hacerlo estuvo cerca de un cuarto de hora distraida de la tarea principal, dormir. Midió los tiempos, tantas veces les había oido que conocía los tiempos de la pareja de abajo. Parecían repeticiones exactas, los gemidos subian con la misma graduación, las duraciones eran exactas hasta el estallido final donde Ella emitía variaciones de la misma frase y Él tomaba el nombre de dios en vano, cojuntamente, como si el final fuera una especie de partitura donde los músicos de esa orquesta de dos miembros deberian repetir con exactitud y precisión ese final. Luego volvío el silencio. No quiso imaginar, ni siquiera juzgar a esa pareja tan joven de abajo, que por otro lado, eran siempre educados y amables.

Siguió sin poder dormirse, recordando, como tantas noches. Su pais, su ciudad, la procesióna anual tan cercana a esas fechas. Los ritos anuales. De repente sonó el teléfono. Se asustó, se levantó rapido, no sin ponerse las zapatillas, había algo de impuro, de descuido en el hecho de ir descalza, jamás, aunque viniera un terremoto, se levantaría sin ponerselas. Despegó el teléfono y contestó. Dijeron su nombre desde una lejanía imprecisa que da siempre el teléfono. Una voz irreconocible la saludó. Ella no spuo que decir y varios segundos después preguntó quien era esa voz:

.- Soy yo, Lucia. Soy yo. He vuelto. Ya estoy aquí, por fin. Al fin estaremos juntos, de nuevo.

Miró la ventana y comenzó una tormenta típica de mediados de junio. Una descarga electrica recorrió el cielo iluminando portente y brevemente la casa, el edificio, la ciudad. Su cara, a la pareja desnuda y agotada de abajo, al hombre mayor y triste de arriba, el telefono. Miró la ventana y no comprendió. Supo entonces que nada, jamás volvería a ser igual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sabes cómo he leído que llamaba un tipo en Internet a la selección turca? El Kebab Mecánico... es genial! Digno de Kazim Kazim...

jeje, qué bien me lo he pasado, Nachete.

Un abrazo.

Kling-azteca.

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