viernes, junio 20, 2008

El milagro

La mujer me llamó, me explico el largo proceso por el cual había conseguido mi teléfono. y dijo que sospechaba que yo era la persona perfecta para lo que ella andaba buscando. La cosa era sencilla o no sencilla, extraña, casi absurda, pero en el fondo sencilla. LA mujer era muy religiosa, visto con el tiempo, excesivamente religiosa. Había pasado un cancer tremendo, tres años antes la había diagnosticado un cancer terminal, y le habían informado de que le quedaban dos meses de vida. Estuvo ingresada y una buena noche ""lo vió", con esas mismas palabras me lo dijo. Vió el secreto, el truco, el chiste y comprendió que aquello era un milagro. En aquella habitación de un hospital, seguramente privado, tuvo una visión reveladora y ocurrió un milagro. Se curó del cancer. Lo que ella quería ahora era contarme detalladamente aquella visión, aquella revelación y que yo lo recrease en un lienzo. "Sin interpretaciones" me dijo. Quería la maxima fidelidad, el realismo mas absoluto. Pagaría lo que fuera, esperaría el tiempo necesario, pero necesitaba ese cuadro, esa imagen inmortalizada y trasmitir al mundo, a traves de aquella imagen, el mensaje que ella debía transmitir a la humanidad.

Tuvimos cerca de diez reuniones, casi todas en su casa. Un chalet a las afueras. Una casa gigante llena de imagenes religiosas que convivian con una decoración sorprendentemente moderna y muy cuidada. En aquellas reuniones, la mujer con una calma que a mi me llegaba a desesperar iba narrando detalladisimamente "la visión" el instante del milagro. Al princpio yo escuchaba con atención pero a partir de la tercera o cuarta reunión me evadía a no se muy bien donde ayudado por las copas de un whisky excelente que me servía cada vez que iba. Despues de todas esas reuniones lentas, aburridas y soporiferas comencé con la traducción visual de "aquel milagro". Sabía desde el principio que el trabajo sería duro y que la mujer sería obsesiva y aguda hasta en el último detalle así que me preparé mentalemnete bien, me armé de paciencia y comencé. Estuve cerca de siete meses dedicado unica y exclusivamente a aquella labor, la mujer pasaba cada dos o tres dias por el estudio y opinaba y modificaba. terminé agotado, odiando a aquella señora. VArias veces estuve a punto de dejarlo, discutimos una vez con mucha agotación. Cuando dije que abandonaba ella dijo que aquel cuadro era el motivo de mi vida, que yo ya era parte del milagro, que era la comunicación entre el mas allá, ella y la humanidad, el hombre puente. Aquel delirio me pareció tan irreparable que me dije que mejor terminaba y me olvidaba para siempre de aquella loca, pero seguí trabajando. Una noche, suena el telefónillo. Un hombre dice que quiere hablar conmigo. Resulta ser el marido de esta mujer, que atacado por una crisis de celos, dice que ha estado viendo y ha sido testigo de como su mujer yo yo nos veiamos con cierta frecuencia. Trato de explicarle, pero el hombre dice que todo eso me lo invento. Que su mujer jamás tuvo cancer, que soy un mentiroso y que debo aceptar que hemos sido descubiertos. El hombre se pone a llorar cuando le enseño el cuadro. Dice que no comprende nada pero termina creyendome. Dos dias despues aparece la mujer en mi estudio. Me dice que sabe que su marido ha pasado por el estudio, que es un hombre torturado y muy celoso. Desde ese momento nuestra relación cambia. Ella permanece mas distante y yo espero ansioso ser lo mas realista en la bendita escena y olvidar para siempre el trabajo. Dos meses despues, una tarde de julio, llega, toca el timbre y abro la puerta, desde la puerta se queda viendo el cuadro y se pone a llorar. Se acerca hasta el lienzo y se lanza al suelo, llorando. Se arrodilla y comienza a rezar, cada vez mas alto, cada vez mas intensa. Saca un cheque, lo firma y me lo da. La cantidad es exagerada, un dinero que cambiaría mi vida. Coge el cuadro, me abraza llorando y nos quedamos un rato que a mi me resulta exageradamente largo así. Apoya el cuadro en el suelo y me coge la cara con las dos manos y con lágrimas en los ojos me da las gracias. Coge de nuevo el cuadro y sale a la calle. Me quedo un instante quieto, tratando de entender esos meses de mi vida, pero la vida, ni los instantes se entienden. Pasan y se van, pasan y se van.

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