domingo, junio 08, 2008

La culpa del vino

Se sirvió una copa de vino, se asomó a la ventana y dijo una frase que nunca jamás repitiría. Bebió el vino, lanzó la copa vacia y se giró. Una gota de vino corrió por la pared externa de la terraza, una gota de vino que se fue perdiendo entre los poros del cemento y la pintura del edificio. El vino se fue secando y se quedó una mancha muy difusa de esa gota que se deslizo con dificultad entre la textura siempre compleja de las fachadas. La mancha se quedó ahí como una señal mas. La frase sin embargo nunca tuvo eco, el tipo bebiendo ese vino que era su favorito, había confesado al viento, a esa vista poderosa dela ciudad lo que a nadie mas podría confesar y sin embargo para el confesarlo se había vuelto una necesidad por que callar es el acto mas dificil, mas heroico, mas épico y pensó que lanzarlo a la ciudad era una manera de decirle a cada uno de sus habitantes lo que había hecho, se declaraba ante todos los habitantes culpable a pesar de que nadie jamás lo sabría. Nunca lo supo pero de ese acto quedó la señan de la marca de vino, como una marca imborrable de loq ue hacemos, una marca que por invisible en un trozo de pared en lo alto de un edificio donde nadie puede apreciar una delgada linea de una gota de vino, una liena que se seca, como el tiempo, como la vida misma y que deja una señal de algo que sucedió y que evidentemente nadie puede sospechar.

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