miércoles, mayo 14, 2008

Valet

El autobus se detuvo en mitad de la carretera. El conductor miró atrás y en voz alta nos comunicó a todos los pasajeros que nos bajaramos, que intentaría arreglarlo. Evidentemente, y como siempre pasa, comenzó a pasar el tiempo y ahí seguiamos lanzados a un lado de la carretera. El Sol era fuerte y miré el reloj. Había perdido toda posibilidad de llegar a tiempo, pero mi siguiente preocupación era que al menos llegar a tiempo para ayudar a I44. Miré el asfalto y creí ver un destello pero supe inmediatamente que aquello era cansancio. LA gente no hablaba cada uno había ocupado un lugar en aquella esplanada infinita. El Sol era recio, el calor insoportable y el silencio atronador. De vez en cuando miraba al conductor entregado al laberinto mecánico del autobus pero yo estaba convencido que el tipo, jamás, arreglaría nada. Le observaba mover sus manos, mancharse de aceite la cara y la ropa, le veía insultar al autobus y hacer ensayos de conectar cables y echar agua, pero jamás lo arreglaría. Una mujer se había quedado dormida de manera extraña entre unos hierbajos de la cuneta y me pareció increible la capacidad que tenemos de aislarnos, nuestra capacidad brutal de adaptarnos. Miré el reloj y supe que ya no podría ayudar a I44 y sólo me quedó la esperanza de que el solo hubiera podido hacerlo. Escapar, a I44, nunca se le habia dado mal. Observé a una pareja ella estaba nerviosa y él permanecia en esa zona mental donde no sucede nada, o parece estar todo en una extraña quietud. El tipo miraba a lo lejos, como si en el horizonte hubiera la posibilidad de encontrar una respuesta para arreglar el autobus. Era la primera vez que cruzaba el desierto y alguien me dijo que cruzar el desierto era como atravesar la memoria, que todo se rellena y todo se imagina y sin embargo todo, en realidad esta vacio, y que la memoria lo que hace es rellenar lo que creemos vacio y sin embargo pocas cosas mas repletas que el desierto. Algo así me había dicho o algo así recordaba yo ahora viendo aquella masa de arena y sol esparcirse en capas a traves de la vista. Todos estabamos callados hasta que un hombre habló y dijo no se que coño del agua y de la noche y yo pensé que ya venía, ya venia el hombre y sus miedos y sus prevenciones, las malditas prevenciones y ya en seguida empezarian las alarmas y bebí el último trago de agua que me quedaba en la botella y el hombre me miró y me dijo "Ya no te queda agua,¿Que podemos hacer?" y yo supe que aquella noche iba a ser larga y el conductor despues de horas y horas bajo el motor dijo que aquello estaba jodido y que no arrancaba y que lo que quedaba era esperar. Y pasó un coche, un coche viejo y se paró y todo el mundo le rodeó y el tipo dijo que avanzaría hasta el siguiente pueblo y avisaría. Un par de horas después aparecieron, ya de noche, tres furgonetas muy viejas y destartaladas. Nos distribuimos todos los pasajeros y atravesamos la noche y el desierto en la parte de atrás. amontonados y sintiendo el aire en la cara, vi el cielo y me pareció maravilloso, iluminaba aquella inmesidad la otra inmensidad, la del suelo. Y em gustó sentir el aire en la parte de atrás de la furgoneta, atravesando esa zona remota de la tierra. Llegamos a un poblado mal iluminado. Nos reunimos todos los pasajeros y nos repartieron por diferentes chabolas para dormir, ald ia siguiente seguiriamos la ruta hasta conseguir un pueblo grande donde nos montariamos en otro autobus. Cuando llegue a la chabola donde me tocaba dormir, traté de pedir un telefóno, me indicaron uno en medio de una de las callejuelas, el único que había en el pueblo. Metí unas monedas y marque el Móvil de I44, no atendió. MArqué un cuarto de hora mas tarde y tampoco atendió esa vez. Me fuí a la chabola y traté de dormir, lo poco que lo hice, soñé con una roca, una roca que iba flotando por el mar, una roca grande pero muy poco pesada que flotaba, encima de la roca había un pajaro inmóvil que se lanzóa volar el instante justyo en el que despertaba. Ví que una de ls chicas que también dormía en mi chabola estaba despierta y le hice un gesto de fumar, salimos afuera y los dos comentamos el poder que tenía la noche ahí y lo extraño que resultaba toda aquella situación. Me preguntó que si nunca había estado en el desierto y yo contesté que no, que era la primera vez y me dijo:" El desierto es como la memoria" y a mi aquello me dió un escalofrío, pero no le dije nada, de repente nos miramos y nos besamos, nos besamos durante unos cuarenta segundos, fue un beso potente, muy extraño, sentí un golpe en el pecho, una especie de variación espacial, Ella se separó de mis labios, me miró y me dijo : "Se quien eres H67, no hagas tonterias. Si no las haces todo irá bien. Se dió la vuelta y se metió en la chabola". No se por que, nunca me pasa, pero de repente me puse a llorar. Supe en ese instante que I44 estaba muerto.

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