lunes, marzo 04, 2013

Imposible

 Pasaba desapercibido hasta a él mismo. Solía confesar, sin que nadie le escuchase, que a veces pasaba por delante de espejos o reflejos de escaparates y no se encontraba, no se veía. Como si le hubiera sido negado el don vulgar y común de reflejarse. Cierto que tampoco se buscaba en exceso, pero "uno siempre quiere verse caminando. Es una cuestión de comprobar tu estilo" argumentaba. No dejaba huella en los otros y si hubiéramos indagado, cosa que tampoco nos interesaba, seguramente habríamos descubierto que sus pisadas no dejaban marcas en la arena ni en el barro. Ese tipo no trascendía nada, ni siquiera en la más minuciosa teoría del caos: su aleteo al caminar no habría producido ninguna consecuencia, no participaba en la causalidad cósmica. No podríamos biografiar su vida porque nada se sabe de ella, nada dejó en la memoria de los otros, salvo ahora que recordamos que no recordamos nada, salvo su permanente ausencia y su insignificancia. No era mediocre, los mediocres trascienden (o trascendemos) en su (nuestra) mediocridad. No era invisible: recuérdese que hasta el hombre invisible tiene su cómic y varios films. Habitaba, completaba las estadísticas del paro y del censo de la población, de las encuestas previas a las elecciones, porque supone uno que votaba o se abstenía, que formaba parte de estadísticas de los periódicos tendenciosos. No sabemos nada más que ese espacio que ocupaba, un lugar y un tiempo. Supone uno que en el río, al agacharse a beber lo único que veía era el flujo de corrientes, los peces en el claro del río, jamás su propio reflejo, lo opuesto de Narciso. No sabemos donde vivía, donde trabajaba si es que trabajaba, dónde jugó en la infancia, sus ídolos y sus odios. A quién iban destinados sus rencores. Pasaba de largo. Pasó de largo una vida entera sin ser visto. ¿Cómo fue su nacimiento? ¿Cómo fue envejeciendo? ¿Qué hubo de sus sentimientos? ¿Alguna foto? No encontramos rastro porque sabemos que  no hubo rastro, porque sabemos que si existió no existió, porque fue irreal; porque sabemos, claro que sabemos, lo sabemos de sobra, que no existió, que el hombre intrascendente no habitó, porque ningún hombre es intrascendente, todo ser que existe deja huella, se acomoda perfectamente en la rueda total, hace girar y es girado. No dejó huella nuestro hombre intrascendente porque es imposible su intrascendencia: no existió.

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