sábado, marzo 16, 2013

Extraños

 El vapor del agua hirviendo salía explosivo de la olla. La cocina se había humedecido y parecía traspirar, como si fuera la cocina la que sudara. El espectáculo aunque común, o no espectáculo, porque lo común,, lo cotidiano suelen ser antónimo de espectáculo,  me tenía, en ese momento fascinado. Esa transformación del agua m estaba resultando, de repente, hermosa, incomprensible: una extravagancia cósmica. Esa batalla de elementos, de gases, de temperaturas, dando como resultado una transformación tan exagerada, me produjeron una sensación de absoluto, abismal. ¿En qué clase de planeta vivimos? ¿Qué lugar del cosmos es este donde se producen estos eventos casi delirados? De repente sentí que éramos nosotros lo extraño, lo ajeno, la anormalidad en la infinidad universal. ¿Qué extraño secreto esconde nuestro planeta que permite y tiene las características para que se den estas transformaciones? Un vértigo me imantó, como si de repente, el lugar, todo lo que nos rodea, se tiñeran de una desbordante sensación de extrañeza. Esa amenaza subterreana que conlleva todo lo ajeno, lo extraño, lo  incomprensible. Lo anormal, el accidente, el misterio, de repente, me pareció que era esto, este lugar preciso, esta piedra navegando en la nada. Lo extraterrestre era lo regular, la tierra la anomalía. Entonces ese carácter anómalo, me pareció que me explicaba el detsino y la vida de los hombres: nos empeñamos en ser anómalos, porque es nuestra esencia existencial. Nosotros somos lo terrible, lo oscuro, lo indescifrable.

 Salí corriendo de allí. Aún no he encontrado donde parar.

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