domingo, mayo 27, 2012

El minuto Paula

 Primeras contracciones. 22:20 del 27 de marzo. Todo apunta al 28.

A esa misma hora un tipo conduce por una autopista que jamás veré, va escuchando un programa de radio en un idioma que jamás comprenderé.

Un tipo encesta un lanzamiento soberbio. El balón rodea sin aspavientos el aro y se cuela. El marcador en ese instante no apunta a grandes emociones.

Un tipo edita una noticia en un canal veinticuatro horas del norte de Europa.

Eduardo Machado celebra su cumpleaños en Bangkok. Acaba de dar un beso a su hijo. El hijo corretea y lanza unas ramas al cielo, la madre mira la escena, siente esa forma de privilegio y enigma que rodea la leve felicidad de lo cotidiano. Han comido bien. Ella le besa la mano y le felicita con ternura. Eduardo desconoce hasta ese momento el enigma que la vida ha deparado, la segunda hija de uno de los tipos que más le quieren en el mundo está naciendo.

Un hombre cansado termina un libro sin entusiasmo.

Israel mete un píe en el agua. Roza el sosiego. No hay palabras para lo que es absoluto. Desconoce la sincronía que hay en que su sobrina esté naciendo en el mismo instante en que él piensa en el enigma de las olas.

Una chica abre un portal en Santander.

Martín mira por la ventana. Buenos Aires es un animal gigante que vuelve su ternura, a ratos, en una forma de canibalismo emocional. Hay un cielo grisáceo: perfecto para una foto en blanco y negro a color. Tose, se raspa sutilmente la garganta. Se mira las manos. Se siente vivo.

 Un taxista elige la ruta equivocada en Mexico DF.

Amparo siente el hilo del estómago, un hilo telepático que lleva una vida anunciándole cosas. Está convencida de que en ese instante su nieta ya ha nacido.

Un futbolista hace estiramientos y siente una molestia en el talón

David se cruje la mano. Ha caminado varias veces a lo largo de la última hora del baño al salón. A ratos piensa en imágenes futuras. Piensa en cadencias, piensa en cosas poco concretas. Sin embargo recordará con enorme precisión ese instante el resto de su vida. Su memoria emocional es desmesurada.

Un vigilante se queda dormido en Puerto Cabello.

Carmen guarda una prenda en el armario. Lo cierra. Anota algo en un cuaderno. Algo que nadie jamás leerá. Cada cierto tiempo, en el futuro, abrirá el cuaderno para releer eso que ha escrito. Un día, dentro de veinte años, quizá veintidós, se lo leerá a Paula.

Una chica escucha por séptima vez una canción que se le clava directamente en las entrañas.

Doscientosmil individuos escriben en twitter frases que agonizan.

Devendra Banhart escucha una canción formidable.

Carolina mira el reloj, mira la hora y sonríe. Algo intuye.

Un tipo estornuda en Rímini.

Una niña sueña con hormigas. Unas hormigas de un color peculiar. Las hormigas, curiosamente, cantan  una canción de un estilo absolutamente novedoso.

Una mujer orina en Braemar.

Felix Valderrama mira un árbol. El árbol es movido inapreciablemente por una brisa agradable. La brisa, piensa Valderrama, lleva olor a madera y a mar: un mar imposible, piensa Valderrama.

Una chica se sirve café en la mesa del catering de un rodaje agotador, de una película que no irá muy bien cartelera. A la chica el café le sabe a canela.

Una pareja hace el amor en Barquisimeto. Otra en Donosti. Otra en Lisboa. Algunas cuantas en Cordoba. Bastantes en Roma. En Caracas. Dos parejas se quedan embarazadas: una en Santiago de Chile y otra en Bamako. Un par de ellas lo harán algunos segundos más tarde en Teheran. Algunas en Delhi un poco antes. A lo largo del día será incalculable.

Muere un tipo en Vigo, otro en Londres, en Pasadena, en Owando....

Marta hace el último esfuerzo. Hay una última fuerza: es, lejos de ser cursis o pretenciosos, la fuerza de la vida

N mira a Marta, ve las manos de un médico aplicado.

Paula nace.
















1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravilloso. Perfecto. Imposible de superar.


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