viernes, octubre 28, 2011

El olvido

 En la maleta llevaba dos revistas pornográficas del año ochenta y siete, meses mayo y julio, de una publicación especializada en mostrar un porno fantasioso basado en películas de ciencia ficción. Además llevaba algo de ropa, artículos de higiene, un par de libros de poemas de autores checos, una biblia resumida e ilustrada por un dibujante de estética postmoderna y unos bocetos de un artista plástico con el que mantenía una profundísima relación de amistad. Cuando bajó del avión pensó, no obstante, que había algo que había olvidado y todo el camino desde el aeropuerto hasta el hotel donde tenía reservada una habitación doble fue haciendo memoria. La ciudad, a la que iba por primera vez, le parecía salvaje y caótica, anclada en un tiempo irreal, en un futuro desmembrado o un reflejo de otro tiempo que corrió paralelo a este. Se bajó del taxi, pagó y sintió el calor húmedo. En la acera un tipo vendía vinilos, los ojeó y le pareció haber descubierto un tesoro. El tipo de los vinilos le dijo que se parecía a un actor, a un tipo popular del que no recordaba el nombre. El trató de adivinar sin suerte. Compró un disco de una orquesta de salsa que el tipo le recomendó: "hay una canción sobre un tipo en la cárcel. Es una obra maestra". Subió al hotel. Allí vio, después de veinticinco años, a su amigo CC. Le abrazó y le dijo algo. CC le miró a los ojos y se puso a llorar. Segundos después le comunicó que IC había muerto horas antes. No entendió nada, miró a los lados esperando algo que jamás llegaría. Sintió una punzada irreversible en el pulmón izquierdo, era la forma más física que había experimentado en su vida de tristeza. Cerró los ojos, abrió la maleta y recordó, por fin, lo que había dejado en casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esos viajes cuyo significado cambia en su curso, hacen que la vida nunca vuelva a encajar donde estaba antes. Generalmente uno queda esperando despertarse de un sueño que nunca fue.

CL

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