miércoles, abril 13, 2011

Océano

A veces parece un océano, un océano agitado. Esas zonas que sólo se alcanzan cuando se hace un vuelo transatlántico, agua en medio del agua. Olas que se mueven por corrientes tremendas que sólo percibe la vida marina y que resultan ajenas desde la ventanilla del avión. A veces parece eso, a veces esto parece el medio del mar. La sábana se mueve sola y no paro. No hay tierra, sólo corrientes. Y la noche se hace larga y vacía y el colchón sube y baja, como el mar, en bloque. Entonces vienen los trucos, las proyecciones, los pensamientos que son casi sueños pero te mantienen en vela, como si fueran un barco desahuciado. Ahí van esos pobres pensamientos agitados por las corrientes de ese océano tremendo, sin dirección. La mañana es la orilla más cercana, un lugar tremendamente lejano. Ahí están los trucos, las cuentas, los recovecos y nada, nada que logre parar a las corrientes y al vacío, a las imágenes deformadas, el casi sueño que no deja dormir, esa forma abominable de tiempo, la respiración inconstante y que resuena en la cama, en la habitación vacía. Esto es un océano con corrientes que mueven la cama arriba y abajo. La otra almohada todavía huele a su cabeza, a su pelo, a ese champú que yo nunca usaba porque era de ella. Todavía huele a ella que está en la orilla remota, un lugar imposible para este barco. Y aquí es de noche y lanzo los brazos al agua y nado. Esto está lleno de algas y la corriente es bestial y estoy en plena fatiga. Abro los ojos, sigo en el colchón inmenso. El armario se ha quedado vacío a la mitad.

PS: En realidad este texto viene de otro texto, de otra persona, de otros olores, de otros oceanos: los olores se comportan como máquinas violentas del tiempo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres maravilloso, H.S. Qué bueno es leerte, y ver mi reflejo en este blog. Tremendo. Repentino. Inesperado.

CL.

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