sábado, abril 16, 2011

Ventanas

En cualquier caso las cosas no están demasiado mal. Me entretengo con la ventana. Cuanto da una ventana. La televisión, por ejemplo, no deja de ser la emulación de una ventana, una ventana distorsionada, terrible, pero una ventana. En mi caso es la ventana pura, la ventana en estado virginal. La ventana sin filtros. La realidad del patio es infinita. No hay programación, hay vidas, hay intuiciones y todo se diluye sin finales, salvo cuando se apaga la luz. No hay un argumento cerrado. Mi madre, toca la puerta y ya ha dejado de preguntar que cuando voy a salir. No voy a salir. Se está bien aquí, a oscuras. Lo importante he dejado de ser yo, lo importante son las otras ventanas. Lo que hay dentro de esos vidrios. Esas figuras fugaces, casi anónimas. Me se algunos ritmos, algunos horarios. La mala relación de los de 8-A, la soledad de 6-B, la anarquía de 6-A, la fugacidad en 7-B. Nadie aguanta mucho ahí. Los inquilinos pasan y se van, casi como un hotel. No hay prisas en este lado de la ventana. El argumento se va construyendo a casa segundo y no se puede bajar la guardia. Es importante, no obstante, no perderse ni un segundo. No salgo por si el nudo de este guión enredado sucede cuando estoy fuera. Cada instante de esta trama tremenda aporta, aporta invisiblemente, pero estoy seguro que todas esas ventanas unirán sus desilachadas historias para terminar fundiéndose en un final apoteósico. Voy anotando para no olvidar. Entre 7-A, tan decaído como siempre, ese hombre debe andar deprimido, se sienta en el salón tan quieto, parece una araña, enredado en su propia tela. Se escuchan los gritos de una nueva discusión de 8-A. Hay algo invisiblemente unido entre los acontecimientos de esas ventanas. Mi madre, no obstante ya no toca la puerta, lo da por imposible. Sin embargo yo no saldré, porque se que soy parte de esa trama que está sucediendo y de la que soy un espectador privilegiado. Realmente tiene tanto de teatro y yo cumplo con precisión mi papel. No hay que perderse detalle ¿Quién se levanta de la butaca en medio de una intriga férrea? Siempre se espera un final. Así sucede en esas ventanas. hay que esperar el final, por más que llevé, ya, seis años esperando.

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