jueves, abril 21, 2011

Fotos

Irremediablemente toda mi vida se iba convirtiendo en fotografía. Todo se iba enterrando en instantes lejanos, cada vez más lejanos. Con ella sucedía que fue más fotografía que real. Evidentemente era real, pero sobre todas las cosas era fotografía, teniendo en cuenta que, además, ella era fotógrafa. De algún modo eso lo definía todo, ella permanecía inaccesible y cercana como toda foto. Ella estaba, siempre, detenida. Las fotos, todas las fotos, se miran y todo aquello está estático, cuando realmente los actores o los escenarios, ya hace mucho rato se han desplazado, se han trasladado de ese gesto, de esa posición, de esa luz. Ella estaba siempre ahí, como si pudiera alcanzarla en esa sonrisa o en ese gesto desenfadado, con ese vestido que quizá ya no estaba en su armario, pero finalmente todo aquello, finalmente, ya había sucedido. Eso que creía detenido se había esfumado inexorablemente. Y todo lo que recuerdo son fotos, fotos amontonadas, fotos superpuestas. Fotos de ella, de sus impresiones, fotos de su sonrisa, de sus paisajes, de sus viajes, de cielos, de saltos. Fotos de paseos en la playa. Fotos de orillas. Y recuerdo instantes que fueron fotos, como aquella vez que viajamos a la costa y la brisa y el coche se desplazaban dejando fotos ingrávidas en el aire. Llegamos a una cala, una pequeña playa de dificilísimo acceso. Ella hacía fotos, yo bajaba por las piedras abriendo camino. Llegamos a la orilla. Ella se tumbó al sol, estática. Vi una foto inmensa, inabarcable. El Sol, el verano, la playa inaccesible y vacía y ella que se había desnudado en la orilla. Yo me puse en píe, trepé piedras, busqué la nada o la altura que es la forma de confirmar la nada. Desde arriba lo vi todo detenido. El Sol, el agua del mar sin corriente aparente y ella completamente desnuda y hermosa al Sol. La miré, la miré como se mira a quien no conoces, como miras cuando miras una figura humana desde la lejanía, prefigurando lo desconocido, dándole formas cercanas a ese cuerpo lejano. Durante minutos, en aquella foto interminable que era ese instante prolongado, el universo como una foto fija, la vi como si no fuera ella, era ella, pero era otra. La deseé de nuevo como desconocida, como la deseé la primera vez, lejos de ese otro deseo hermoso de lo cotidiano, de lo conocido. Era, de repente, el misterio de lo que está por revelarse, lo que aún no se ha capturado instantáneamente. Luego bajé con aquella imagen detenida en mi cabeza. Luego lentamente todo fueron siendo imágenes detenidas, lejanas, inaccesibles, remotas. Terrible y nostálgicamente remotas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esos momentos en que quieres decir tantas cosas y no te sale nada porque te gusta mucho? Eso.

CL

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