lunes, agosto 24, 2009

El final de las vacaciones

En verano las cosas van a otro ritmo. Las vacaciones si algo tienen es que detienen la velocidad habitual del paso del tiempo. Digamos que somos una composición prolongada, compuesta de muchos compases, muchas variaciones y las vacaciones son huecos que se abren y que mantienen un ritmo lento, lentisimo, apenas una melodía de una cuerda que suena suave y prolongada.

Aquella mañana bajé a la playa, la marea estaba baja, el agua venia en olas suaves, el brillo del sol reventaba en el mar y creaba ese hipnótico vaiven que si se mira mucho rato deslumbra como deslumbran los instantes breves de felicidad. Alquilé una tumbona a ese muchacho amable que dos dias antes me había contado su vida, una de esas vidas variables, nomadas del siglo 21 que van y viene como las olas de esta playa. Cogí la hamaca y me puse cerca de donde reventaban las olas, las suaves olas de aquella mañana, me tumbe, me puse música en los audifonos y cerré los ojos, me dejé de llevar.

La música elegida era suave, como suave es la melodía de las vacaciones, sentía el sol y me fui relajando. No se si soñé, creo que no, creo que todo se movió en el lado de lo real, pero durante un rato creí soñar. Sentía que mi hamaca se deslizaba por una superfice acuosa, como una barca en medio del mar, con los ojos cerrados dibujaba formas en esa oscuridad amarilla que genera el brillo del sol al otro lado de los párpados. El vaiven del mar me pareció real, como casi real aquello que creía sueño. Me deslizaba y fantaseaba con que mi hamaca era un barco atravesando el mar. Abrí los ojos, para volver a tierra y entonces comprendí, el vaiven era real. Mi hamaca, antes en la orilla había sido agarrada por las olas e introducida en el mar, giré la cabeza, en todas las direcciones me rodeaba aua, mucha agua, efectivamente mi hamaca era una barca que se iba desplazando por el medio del mar. Aguanté la tensión previa, no sabía que hacer. N me moví. La mejor decisión, pensé, sería cerrar los ojos y seguir mar adentro, donde fuera que quisiera llevarme la corriente. Así fue como llegué aquí, mi querido Robinson. Te agradezco profudamente que me acojas con tanto amabilidad en tu morada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El chino debe estar de vacaciones también!

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