lunes, agosto 31, 2009

Ejercicio

El ejercicio podría empezar rellenando un espacio abierto, este espacio que se abre delante del texto en blanco. Eso es. Ahora mismo se extiende una inmensa planicie que aparentemente no tiene fin. Un espacio no espacio, pues no tiene nada, es nada. Trazamos las primeras líneas, dibujamos las primeras formas. Ahora tenemos ante nosotros las primeras formas de un lugar que se me antoja, por ejemplo, una zona costera. Eso es, se abre una costa, las delimitaciones imprecisas de las rocas y la arena que van terminando en la orilla del mar. Las olas, inconstantes, van dando golpes contra esas formaciones rocosas milenarias. Las olas revientan una y otra vez, en un ejercicio que se repite desde un tiempo muy lejano. Hay una vegetación muy verde, frondosa, espesa, agradable. El clima, obviamente, es húmedo. Hay un codo de la tierra que se mete en el mar, son unas cuántas rocas que sobresalen y hacen un rincón que se mete un poco mas lejos en el mar, ahí las olas revientan con mas fuerza y el agua salta mas. A lo lejos, metido en el horizonte marino, un barco atraviesa una línea lejana e inexistente, una línea recta que recorre con enorme exactitud. Parece un barco de carga. El barco lo ve desde la costa, la costa rocosa, un hombre que ha detenido su automóvil a un lado de una carretera estrecha, justo al lado de un árbol. El hombre mira el barco y suspira como el que ha dejado una larga preocupación atrás. A ese hombre pausado se le han terminado los días de desasosiego. Esta contento, pero es esa alegría suave de las cosas que se saben ciertas. La alegría cuando viene de cosas muy reales es mas pausada, esa alegría, si cabe, es casi infinita. El hombre siente cierta empatía con el paisaje. La vista del mar le proporciona una amplitud agradable, la vegetación un colorido amable. Se siente parte de lo que sucede. No es ajeno al movimiento de la tierra, sino que se siente parte del ciclo, de los ciclos, de cada parte de las cosas que se suceden en los segundos. Es curioso, siempre se había sentido ajeno, desincronizado, fuera de tono. Ahora acepta que va en esas constantes y le siente bien. Le gusta. Le gustan las olas reventando abajo, las rocas que forman un dialogo indescifrable con el mar, el barco lejano atravesando una linea invisible, inexistente. Así tenemos paisaje y hombre. Las situaciones, esas ya vienen después, luego, ahora con esto basta. Es agradable lo que respiro en esa escena invisible, inexistente pero que podría ser real ¿Por qué no? es real, también sucede.

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