martes, julio 08, 2008

Sabado por la noche

LLegamos a casa de sus padres y ella se empezó a desvestir en el salón, puso un disco de la Velvet underground que sacó de entre los miles de cd´s que el padre tenía colocados por orden alfabético en el salón y se sirvió una copa que realmente parecía no haber bebido nunca. Empezó a bailar como si el asunto se tratará de una película protagonizada por Sharon Stone a mediados de los noventa y empezó a pedirme cuestiones sobre sexo con un tono y unas palabras que tampoco la pegaban mucho. Yo sentí cierto pudor, no me gusta la teatralización, prefiero las cosas sin los filtros de la exageración, pero eran las cinco de la mañana y la chica me atraía, en el fondo había un algo previo a todo ese numerito que me había gustado de ella y soporte esa intro alocada. Fuimos hasta la habitación de sus padres y me empujó contra la cama, se desvistió del todo y se puso a saltar sobre el colchón y exigirme una intensidad secual extraña. Abrió el armario de su padre y sacó una corbata que usó para atarme. Aquello podría tener o no gracia, pero a mi me parecía que dejaba de tenerla cuando ví que cerraba los ojos y con un tono parecido al de la niña del El exorcista se conjuraba para una sesión de sexo inolvidable. Miré al techo y recordé que tres horas antes yo me había planteado volver a casa y dormir, y ahora recordaba aquel instante como una oportunidad escapada, un pasado irrecuperable. De repente se abrió la puerta de la casa, se escucharon unos pasos y apareció un tipo. Sonaba la Velvet desde el salón y el tipo miró la escena con cierta sorpresa. Yo traté de desatarme las manos pero no podía, la chica que había tardado en darse cuenta de la presencia abrió los ojos y saludó al padre con una voz ciertamente entrañable y casi infantil. El hombre miró entre conmovido, indignado y ausente la escena unos cuantos segundos, se dió la vuelta y salió de la casa. La chica salió corriendo por el pasillo llamando al padrea gritos y yo me quedé atado de manos al cabecero de la cama tratando de huir como un rehen. Escuché unos portazos, luego el silencio o no el silencio sino el disco de la velvet underground sonando a lo lejos sobre un fondo inquietantemente vacio. Como si ya no hubiera nadie en aquella casa. Grité el nombre de ella varias veces sin obtener respuesta. Intenté un millón de veces desatarme de la cama pero no lo logré y recordé la facilidad con que lo logran en las peliculas, incluso en las buenas peliculas. En aquella casa lo único que se escuchó durante mucho rato fue la Velvet hasta que de repente el disco llegó al final y comenzó un largo e indescifrable silencio.

Nadie volvió durante horas. Me quedé dormido y un golpe brusco me despertó de repente. Me golpeó la luz de la mañana y me sorprendió ver la cara de un chico mas joven que me miraba inquieto y violento. Traté de excusarme. Comprendí por algunos rasgos y por el contexto que aquel chico era el hermano de ella. EL tipo me miró me desató y se dió la vuelta, de un golpe brusco cerró la puerta de una habitación y yo me vestí y salí corriendo de allí.

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