miércoles, septiembre 20, 2006

El texto

Hay un empeño permanente por convertirlo en texto. Hay un esfuerzo, una especie de batalla. Así uno se va encontrando con aquello que es real o se percibe como real y se trata, recordando, de llevar aquello a esto, aquí. Hay una lucha, entonces, de realidades. Aquella que sucedió y esta que se trascribe, deformandola a veces intencionadamente otras no, pero siempre, en cualquier caso, deformandola. Hay un chispazo, un brillo, un fogonazo y se va detrás de el, corriendo como cazador enloquecido tras la presa inexistente. No está, aquello que se persigue no está, o al menos nunca se encuentre, y sin embargo se busca. Hay una batalla permanente, agotadora, interminable, sin fin, pues en la lucha nunca , ninguno se da por vencido. Ni el texto perseguido, este que se va escribiendo, ni el perseguidor, este que teclea ahora. Se avanza por la ruta uno tras otro, el texto que huye y los dedos que teclean el camino invisible. A ritmos desiguales, a veces un tramo se recorre a velocidad infernal, otros avanzando poco a poco, casi sin notarse, para que el texto no sospeche que vamos tras el, para que no oiga nuestro aliento fatigado. Asi se avanza sin final, por que aunque esto termine aquí, nunca se llega, jamás hay un final.

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