lunes, septiembre 18, 2006

El arquitecto perfecto

No le faltaba razón al pensar que aquello era practicamente una burla en aquella excelente comida, cuando al ir a abrir el vino le pasaron un sofisticadísimo abridor de diseño imposible, pero ciertamente efectivo y sencillo, y del que una etiqueta en la caja lo anunciaba como "El sacacorchos perfecto". Claro, al leerlo en alto, hubo risas por que ya intuíamos en su tono que la cosa le parecía, como poco, graciosa. A el, que era arquitecto autonomo, con bastante y frecuente escasez de trabajo, con un camino arido como profesional, que jamás había encontrado una manera efectiva y directa de encontrar mas, aquello le pareció casi un ironía o la clave, su lema, lo que tendría que poner en su tarjeta, lo que tendría que decir a cada uno de los que se encontrase en la calle o en algún bar. "Hola soy J... B....., el arquitecto perfecto". y nos hablaba con aquella "perfecta" sonrisa burlona:

.- Imaginaros, imaginaros. El arquitecto perfecto.

Para M, que hoy anda triste y que le gustaba oir hablar de vez en cuando de esos enormes y geniales arquitectos perfectos

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